JUAN 36. EL MINISTERIO PÚBLICO DE JESÚS 29

25 Algunos de los que vivían en Jerusalén empezaron a preguntar:

«¿No es este al que andan buscando para matarlo?26 Pues ahí está, hablando con la gente; ¡y nadie le dice nada! ¿No será que nuestros gobernantes creen de verdad que él es el Mesías?27 Pero ¡no puede ser! Porque, cuando venga el Mesías, nadie sabrá de dónde viene; en cambio, nosotros sabemos de dónde viene este hombre».

28 Jesús estaba enseñando en el templo y dijo con voz fuerte:

«En realidad, ustedes no saben quién soy yo, ni de dónde vengo. Yo no he venido por mi propia cuenta. He sido enviado por alguien en quien se puede confiar, y a quien ustedes no conocen.29 Yo sí lo conozco, pues vengo de él, y él es quien me envió».

30 Algunos hombres de Jerusalén quisieron arrestar a Jesús, pero no pudieron, pues todavía no había llegado el momento de que todos supieran quién era.31 Sin embargo, muchos creyeron en él, y decían: «Ni el Mesías podría hacer los milagros que hace este hombre».

32 Los fariseos oyeron lo que la gente decía. Entonces ellos y los sacerdotes principales enviaron a unos guardias del templo para que arrestaran a Jesús.33 Pero Jesús dijo: «Sólo estaré con ustedes un poco más de tiempo. Luego volveré a donde está el que me envió.34 Ustedes me buscarán, pero no me encontrarán, porque no pueden ir a donde yo voy».

35 Los jefes judíos comenzaron a preguntarse entre ellos:

«¿Y a dónde podrá ir, que no podamos encontrarlo? ¿Acaso piensa ir a vivir entre los judíos de otros países, y enseñar también a los que no son judíos?36 ¿Qué quiere decir con eso de que: «Me buscarán, pero no me encontrarán, porque no pueden ir a donde yo voy?»»

Cuando leía este pasaje me daba cuenta lo fácil que es perderse en el hilo de desarrollo del mismo. Sin embargo, si uno se fija bien hay un ritmo, una cadencia, una sucesión de acontecimientos.

Todo comienza con los comentarios de los habitantes de Jerusalén acerca de Jesús y la posibilidad de que sea el Mesías. Ante las dudas de la gente Jesús afirma haber sido enviado por Dios, un Dios al que los judíos desconocen. El tercer movimiento es una nueva división del auditorio, mientras unos creen en él, otros intentan detenerlo. Llegamos al cuarto movimiento, los dirigentes de Israel se enteran de la situación y comienzan a hacer planes para eliminarlo, algo que, como sabemos sucederá más adelante. El quinto movimiento de esta sinfonía es una nueva declaración de Jesús que da paso al sexto y último, una nueva perplejidad por parte de los oyentes que no entienden nada de lo que les dice y que piensan que Jesús se va a ir al extranjero para hacerse famoso.

Cuando uno lee un pasaje así resulta difícil encontrar una aplicación práctica. La que ha captado mi atención ha sido la doble mención, por parte de Jesús, de haber sido enviado por el Padre. Porque lo he relacionado con dos frases posteriores suyas, cuando ora al Padre y le dice que nos ha enviado a nosotros del mismo modo que Él fue enviado por el Padre y, cuando al despedirse de sus discípulos afirma que son enviados como Él lo fue.

Y esta es mi aplicación personal. Soy un enviado de Dios a un mundo roto y necesitado. Soy enviado cualitativamente del mismo modo que el Maestro lo fue, aunque, no le llegue ni a la altura de los zapatos. Soy llamado a ir, no a esperar que vengan. A tomar la iniciativa en buscar el bien y restaurar, no a esperar que los demás lo pidan. A ser intencional en mi imitación del Dios que en Jesús deja su comodidad para involucrarse y ensuciarse con un mundo necesitado.

Un principio

Enviados como Él fue enviado.


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