JUAN 45. EL MINISTERIO PÚBLICO DE JESÚS 38

Juan 8:48-59

48 Entonces, algunos judíos le dijeron:

–Cuando decimos que eres un extranjero indeseable, y que tienes un demonio, no estamos equivocados.

49 Jesús les contestó:

–Yo no tengo ningún demonio. Lo que hago es hablar bien de mi Padre; pero ustedes hablan mal de mí.50 Yo no le pido a la gente que hable bien de mí; es Dios quien lo quiere así, y es él quien juzga.51 Les aseguro que quien obedezca mi enseñanza, vivirá para siempre con Dios.

52 Ellos le dijeron:

–Ahora sí estamos seguros de que tienes un demonio. Nuestro antepasado Abraham murió, y también murieron los profetas. Sin embargo, tú dices que el que te obedezca vivirá para siempre.53 ¿Acaso te crees más importante que Abraham? Él y los profetas murieron. ¿Qué te estás creyendo?

54 Jesús les respondió:

–¿De qué me serviría hablar bien de mí mismo? Mi Padre es el que habla bien de mí, y ustedes dicen que él es su Dios.55 En realidad, ustedes no lo conocen. Yo sí lo conozco. Lo conozco, y lo obedezco. Si dijera lo contrario, sería un mentiroso como ustedes.56 Abraham, el antepasado de ustedes, se alegró mucho con sólo pensar que vería el tiempo en que yo vendría al mundo; lo vio, y le causó mucha alegría.

57 Entonces le preguntaron:

–Ni siquiera has cumplido cincuenta años de edad. ¿Cómo puedes decir que has visto a Abraham?

58 Jesús les dijo:

–Les aseguro que mucho antes de que naciera Abraham ya existía yo.

59 Entonces aquellos judíos quisieron matar a Jesús a pedradas; pero él se mezcló entre la multitud y salió del templo.

Estos versículos concluyen el capítulo ocho y con él la serie de enfrentamientos entre Jesús y los judíos. Esta nueva discusión se centra en Abraham, el padre de la fe judía, y Jesús. De aquí la conversación deriva hacia el conocimiento de Dios.

Lo que realmente me ha impresionado y, por tanto, ha desafiado mi vida es la afirmación de Jesús de que conocer al Padre implica obedecerle. Vuelve a insistir en un punto que ya apareció anteriormente, de nada sirve el conocimiento intelectual y teórico si no nos mueve a la acción, a la búsqueda intencional de la obediencia a Dios, su voluntad y sus mandamientos.

Nuevamente se manifiesta que lo que define a un seguidor de Jesús es la obediencia, no simplemente el intelecto. De hecho, es una verdad enfatizada una y otra vez en las Escrituras que si este último no nos lleva al seguimiento activo de la voluntad del Señor, carece de valor.

Un principio

Conocer al Padre es obedecerle.


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