JUAN 71. LOS ÚLTIMOS DÍAS EN JERUSALÉN 8

Juan 14:27-31

27 «Les doy la paz. Pero no una paz como la que se desea en el mundo; lo que les doy es mi propia paz. No se preocupen ni tengan miedo por lo que va a pasar pronto.28 Ustedes me oyeron decir que me voy, pero regresaré por ustedes. Y si me aman de verdad, deberían estar alegres de esto, porque voy a regresar a donde está mi Padre, y él es mayor que yo.

29 «Les digo todo esto desde ahora para que, cuando suceda, confíen en mí.30 Ya no puedo hablarles de otras cosas porque se está acercando el diablo, que manda en este mundo. Él no tiene poder para vencerme,31 pero yo tengo que obedecer a mi Padre, para que todos sepan que lo amo.

Y para terminar, Jesús les dijo:

Levántense; salgamos de aquí.

La paz, en los evangelios, no es la ausencia de conflictos internos o externos. Tampoco es estar libre de presiones, tensiones, problemas o angustias. Más bien, según nos enseña Jesús, es la capacidad de experimentar su presencia, su consuelo y compañía incluso en medio y en el contexto de todo lo anteriormente detallado.

Experimentamos una sensación de descanso y seguridad no debido a la ausencia de situaciones difíciles, sino a pesar de las mismas, por la seguridad de que Jesús, como promete en estos versículos y en tantos otros de la Biblia, está con nosotros y está en medio de nosotros y nos dará la capacidad para capear el temporal.

Nada en las Escrituras promete o garantiza la ausencia de problemas, dolor y sufrimiento en la vida del cristiano. En tanto que humanos sufrimos como los demás, sin embargo, si se nos ha prometido la presencia y asistencia del Señor en todo momento, en todo lugar, en toda circunstancia, a toda hora.

Un principio

Experimentamos paz no debido a, sino a pesar de.


Comentarios

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Este sitio usa Akismet para reducir el spam. Aprende cómo se procesan los datos de tus comentarios.