JUAN 8. EL MINISTERIO PÚBLICO DE JESÚS 1

1 Tres días después María, la madre de Jesús, fue a una boda en un pueblo llamado Caná, en la región de Galilea.2 Jesús y sus discípulos también habían sido invitados.

3 Durante la fiesta de bodas se acabó el vino. Entonces María le dijo a Jesús:

–Ya no tienen vino.

4 Jesús le respondió:

–Madre, ese no es asunto nuestro. Aún no ha llegado el momento de que yo muestre quién soy.

5 Entonces María les dijo a los sirvientes: «Hagan todo lo que Jesús les diga».6 Allí había seis grandes tinajas para agua, de las que usan los judíos en sus ceremonias religiosas. En cada tinaja cabían unos cien litros.7 Jesús les dijo a los sirvientes: «Llenen de agua esas tinajas».

Los sirvientes llenaron las tinajas hasta el borde.8 Luego Jesús les dijo: «Ahora, saquen un poco y llévenselo al encargado de la fiesta, para que lo pruebe».

Así lo hicieron.9 El encargado de la fiesta probó el agua que había sido convertida en vino, y se sorprendió, porque no sabía de dónde había salido ese vino. Pero los sirvientes sí lo sabían.

En seguida el encargado de la fiesta llamó al novio10 y le dijo: «Siempre se sirve primero el mejor vino, y cuando ya los invitados han bebido bastante, se sirve el vino corriente. Tú, en cambio, has dejado el mejor vino para el final».

11 Jesús hizo esta primera señal en Caná de Galilea. Así empezó a mostrar el gran poder que tenía, y sus discípulos creyeron en él.

12 Después de esto, Jesús fue con su madre, sus hermanos y sus discípulos al pueblo de Cafarnaúm, y allí se quedaron unos días.

Nos dice el autor del evangelio que este fue el primer milagro hecho por Jesús en toda su vida. Cabría esperar que, por tanto, tuviera un significado especial y no fuera algo casual ni improvisado. De algún modo uno esperaría que fuera algo simbólico y, sin duda, al menos en mi opinión después de leer este fragmento de las buenas noticias lo es.

El milagro parece trivial. Nadie es sanado, ningún demonio es expulsado, ninguna persona sufriendo es liberada ninguna necesidad humana es satisfecha, excepto, la necesidad de que la fiesta continúe y las personas puedan gozar de la celebración de una boda. El único propósito de este milagro, por más que intentemos espiritualizarlo, es producir placer en la vida de un grupo de personas que estaban gozándose porque celebraban un enlace matrimonial del cual participaban Jesús, su madre y sus discípulos.

La lectura de este pasaje me ha hecho pensar en varias cosas importantes. Dios es el creador del placer y no hay nada malo en ello. El problema no es el placer, en todo caso será el contexto en el que lo experimentemos. Segundo, Dios quiere que experimentemos el placer por Él creado. Tercero, disfrutar de la vida, sacarle todo el partido, gozar de la misma, disfrutar de los momentos y de las cosas, tal y como dice el libro de Eclesiastés, es un auténtico don de Dios.

Un principio

Gozar de la vida es un don de Dios.


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