JUAN 9. EL MINISTERIO PÚBLICO DE JESÚS 2

13 Como ya se acercaba la fiesta de los judíos llamada la Pascua, Jesús fue a la ciudad de Jerusalén.14 Allí, en el templo, encontró algunos hombres vendiendo bueyes, ovejas y palomas; otros estaban sentados a sus mesas, cambiando monedas extranjeras por monedas judías.15 Al ver esto, Jesús tomó unas cuerdas, hizo un látigo con ellas, y echó a todos del templo, junto con sus ovejas y bueyes. También arrojó al piso las monedas de los que cambiaban dinero, y volcó sus mesas.16 Y a los que vendían palomas les ordenó: «Saquen esto de aquí. ¡La casa de Dios, mi Padre, no es un mercado!»

17 Al ver esto, los discípulos recordaron el pasaje de la Biblia que dice: «El amor que siento por tu casa arde como fuego en mí corazón».

18 Luego, los jefes de los judíos le preguntaron a Jesús:

–¿Qué señal vas a hacer que nos demuestre que tienes derecho de hacer esto?

19 Jesús les contestó:

–Destruyan este templo, y en sólo tres días lo construiré de nuevo.

20 Los jefes respondieron:

–Se ha trabajado cuarenta y seis años en la construcción de este templo, ¡y tú crees que lo construirás de nuevo en tres días!

21 Pero Jesús estaba hablando de su propio cuerpo.22 Por eso, cuando Jesús resucitó, los discípulos recordaron que él había dicho esto. Entonces creyeron lo que dice la Biblia y lo que Jesús había dicho.


Jesús tiene un reacción de inusitada violencia tal y como aparece descrita en este pasaje del evangelio. Me doy cuenta que cada vez que el Maestro «pierde los estribos» le sucede en el contexto del abuso de la religión por parte de las personas. De hecho, sus críticas más feroces y agudas nunca fueron hacia los pecadores, sino hacia los religiosos y su empalagosa moralidad que ponía la religión, sus normas y sus exigencia por encima del ser humano y sus necesidades.

El acto de Jesús es muy simbólico porque el templo, el lugar donde según la concepción judía del mundo, habitaba Dios y las personas debían de ir para encontrarse con Él, se había convertido en un auténtico mercado donde a la sombra de la necesidad religiosa del pueblo se había desarrollado un auténtico negocio que se aprovechaba de ello. No puedo perder de vista que quien lleva a cabo ese acto de limpieza del templo es el mismo Dios, hecho ser humano, que reacciona ante la manipulación que se hace de la relación con Él.

Tristemente no ha cambiado demasiado la cosa y todavía hoy en día hay personas que siguen aprovechándose de la necesidad espiritual de la gente para montar su propio negocio y abusar de ellos, eso si, en el nombre de Dios. ¡Cuánta gente se ha separado de Dios y ha renegado de Él a causa de esto!

La aplicación para mi vida es la importancia de mantener limpio mi templo personal. Si Dios vive en mí a través de su Espíritu no debo dejar que haya ningún tipo de interés personal y privado que pervierta, manipule o abuse de mi relación con Jesús.

Un principio

Mantener limpio mi templo personal.


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