La Complacencia…

Cuanta satisfacción se siente cuando algo te complace.  Cuando miras el fruto de tu esfuerzo proyectado en buenos hijos, buena casa, buenos amigos, un buen trabajo, etc.

La vida nos permite con el paso del tiempo, tener algunas de estas alegrías. Viene a mi mente la expresión del Padre, Dios mismo cuando dijo: “Este es mi Hijo amado, en quien tengo complacencia” Mat. 3:17. Maravillosa expresión que nos plantea que si quieres complacer a Dios, debe ser a través de Jesús.  Y este punto es crucial en nuestro crecimiento cristiano; si buscas complacencia para ti, es seguro que buscas estar en tu zona de seguridad. El cristianismo te plantea salir de esa zona y extender el  Reino, complaciendo al Padre a través de llevar fruto en su Hijo; sino lo haces tristemente estarás limitando tu crecimiento. Todas las cosas que valen la pena requieren mucho esfuerzo, constancia, tenacidad y coraje.  Te imaginas a estos hombres pensando:

–           Josué: bueno, Dios dice que me esfuerce ¡bien!, pero ya nos esforzamos antes, no conquistemos Jericó y nos quedamos a vivir en la zona…

–          Nehemías: ¡ahhh! Muchos obstáculos para construir el muro, mejor me regreso…

–          Moisés: prefiero el palacio de Faraón antes que el vituperio con Israel…

–          Pablo: mejor  desisto  del evangelismo, esta apedreada en Listra sí me dolió…

La lista es larga, pero el concepto es el mismo: ¡No te detengas! Sal de tu zona de confort y desarrolla las buenas obras que Cristo ha preparado de antemano para que andes en ellas.

Bendiciones,


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