La iglesia como una comunidad de pensadores

Ayer expuse Efesios 1:15-23 en el culto dominical. Durante mi estudio estuve leyendo algunos comentarios sobre este texto y me gustaría compartir parte del comentario de Klyne Snodgrass acerca de la petición de Pablo en favor de los efesios: “para que el Dios de nuestro Señor Jesucristo, el Padre de gloria, os dé espíritu de sabiduría y de revelación en el conocimiento de él,  alumbrando los ojos de vuestro entendimiento” (Efe. 1:17-18 R60).

La falta de pensamiento en la iglesia actual es, a mi juicio, uno de sus mayores problemas. Por esto, el comentario de Snodgrass es de gran importancia para los creyentes hoy.

La iglesia es una comunidad de pensamiento.

El enfoque en la iluminación de la mente en el versículo 18 introduce una parte importante, aunque frecuentemente ignorada, del pensamiento de Pablo. Muchos cristianos son pasivos en su pensamiento y aprendizaje o tienen un sesgo anti-intelectual. En parte esto es comprensible, ya que el “intelectualismo” a menudo ha sido destructivo y arrogante, pero los cristianos han retrocedido con un anti-intelectualismo que conduce a la ignorancia. ¡No mantendremos a raya el ataque intelectual pensando menos!

Los cristianos no son los únicos culpables del anti-intelectualismo. Vivimos en una sociedad que ha parado de pensar. La complejidad de la vida y de la sobrecarga de información disponible hoy en día nos ha llevado a tener los trillados programas de televisión y espectáculos deportivos como nuestras principales áreas de estimulación mental. Este texto no sugiere que todos debamos ser académicos o que todas las soluciones a la vida sean académicas. Sino que los cristianos siempre deben crecer en sabiduría y en su comprensión de la vida, Dios y la importancia de su fe. Sabiduría es el conocimiento práctico para la vida correcta. La iglesia debe ser ante todo una comunidad de pensadores – pero no un pensamiento como contraposición con la acción, sino pensamiento como base para la acción. La ignorancia es una cuestión ética.

Históricamente, el cristianismo ha liderado el camino en la promoción de la educación y en la plantación de colegios y universidades. Ahora la mayoría de las instituciones anteriormente cristianas han perdido su apego a la fe y son poco diferentes de las instituciones seculares. Los pastores solían ser respetados como los líderes intelectuales y morales de la sociedad. Ahora los intelectualmente dotados tienden a entrar en los negocios o la ciencia, y los pastores son líderes cada vez menos competente en cualquier área. En el pasado, cuando la iglesia hizo importantes avances, por ejemplo, en la Reforma o los grandes avivamientos: los mejores pensadores de la época proporcionaron la dirección y la fuerza del movimiento. Gente como Martín Lutero, John Wesley, o Dietrich Bonhoeffer fueron pensadores pioneros que no aceptaron el status quo, sino que aplicaron sus mentes para entender las implicaciones del evangelio. Este tipo de devoción analítica e informada del evangelio y de la vida aún es necesaria por todos nosotros.

Lamentablemente, gran parte de la cristiandad moderna es culpable de un pobre sentimentalismo, o peor aún, de sensacionalismo. Con este último, los predicadores parecen más luchadores profesionales religiosos estimulando al público. Parece que estamos más interesados ​​en tratar de crear una sensación emocional que en la proveer una comprensión de Dios y sabiduría para vivir. Como resultado, muchos del mundo dicen a los cristianos: “Su pensamiento es demasiado superficial para la complejidad del mundo en que vivimos.” Los cristianos han reaccionado en contra de los extremos de este mundo sin pensar en las consecuencias de sus decisiones. Esto tiene que cambiar. Una iglesia debe ser un lugar para el análisis, la reflexión y la discusión razonada sobre el significado del evangelio. Los cristianos deben tener una reputación de ser personas que piensan.

Este texto se centra en el don de la revelación que el Espíritu obra para iluminar nuestros corazones, pero por lo general no sólo llena a la gente con entendimiento. La apertura a la obra del Espíritu es, sin duda necesaria, pero también lo es la inversión en el pensamiento y el aprendizaje. Nunca el adagio “basura entra, basura sale” es más cierto que cuando se trata de nuestras propias mentes. Si invertimos nuestras mentes en la pornografía, comedias y películas, no vamos a terminar en el conocimiento de Dios. Esto no es para sugerir un enfoque limitado a ciertas ideas “espirituales”. Más bien, debemos centrarnos en los temas más amplios y más complejos conocidos – Dios, la vida humana, y lo que Dios ha hecho por la humanidad en Cristo. A partir de esa base cada tema necesita investigación, y los cristianos deben estar a la vanguardia del análisis de todos los temas importantes para la vida humana – la ética médica y la investigación médica, la teología y los negocios, el placer y el sufrimiento, para nombrar unos pocos. Debemos tener los “ojos de [nuestro] corazón” iluminados para expulsar la oscuridad y para darnos energía para la tarea.

Hay que recordar dos cosas importantes aquí. El pensamiento necesario está basado en la revelación y lleva al conocimiento de Dios. El objetivo de la reflexión sobre la Escritura no es la teología académica – saber acerca de Dios – sino que conocer a Dios, estar en relación con Él, y la comprensión de sus propósitos y deseos para su pueblo. Desde eso se deriva todo otro conocimiento. Mientras ningún ser humano puede conocer a Dios completamente, podemos conocer a Dios realmente – podemos relacionarnos con Dios y experimentar su presencia y obra en nuestras vidas.

Fuente: SNODGRASS, Klyne. The NIV Aplicattion Commentary – Ephesians. (Edición para Kindle). Grand Rapids: Zondervan (2009). Págs. 88-89.

* Este comentario está traducido al español y fue publicado por la editora Vida. Puede ser comprado en Amazon aquí.

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