La oración centrada en Dios

2 Crónicas 20.1-18

Alguien me preguntó una vez si yo me había escuchado orar a mí mismo. Como nunca lo había hecho, decidí grabar mi voz mientras oraba por algo que me tenía muy preocupado. Después de escuchar la grabación, pensé: “Señor, creo que yo tampoco respondería una oración así”. Estaba llena de descripciones negativas de la gravedad de la situación, y de lo deprimido que me sentía.

Después de encontrarse repentinamente en una situación terrible, Josafat optó por una estrategia diferente: buscó al Señor por medio de la oración centrada en él. En vez de venir al Padre celestial con una actitud de “¡ay, pobre de mí!”, comenzó por enfocarse en el poder y la soberanía del Señor (v. 6), en su fidelidad del pasado para con Judá (vv. 7, 8), y en su promesa de oír y salvarlos (v. 9). Solo después de fortalecer su fe por medio de estos recordatorios de la suficiencia de Dios, hizo su petición (vv. 10-12).

Josafat terminó su oración con las palabras: “no sabemos qué hacer, y a ti volvemos nuestros ojos” (v. 12). Hay una gran sabiduría en esperar la dirección del Señor, y mantenernos enfocados en él. Esto no solo fortalece nuestra fe, sino que también nos permite ver su respuesta. Los ojos que están fijos en la imposibilidad de una situación, rara vez distinguen la dirección de Dios y su intervención a nuestro favor.

Al orar, decidimos o magnificar al Señor o agrandar nuestra dificultad. ¿Se concentra usted en la fidelidad de Dios todopoderoso, o en lo abrumador del problema y los sentimientos negativos? Mantengamos nuestros ojos en él, y esperemos con confianza total hasta que veamos las cosas grandiosas que hará por nosotros.

 

 

 

 

 

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