La oreja llevaba un enorme pesar, al saber que tenía capacidad para escuchar, no sentía satisfacción con la música que escuchaba. Todo le parecia aburrido, cansado de vivir la vida llena de pobreza, no tenía motivos para seguir en ese valle.
La oreja mantenía en su pensamiento: ¡Siempre lo mismo, hasta cuando¡¡¡
Un día entro a un hermoso bosque en el cual estaba habitado por melodiosos violines que emitían alegres melodías, todos estaban alineados en distintos géneros y notas musicales que eran agradables a la oreja.
Entonces la oreja decide establecerse en ese bosque y formar una organización para escoger a un grupo de violines y ponerse en un negocio prospero en el nombre de la música.
En su escogencia la oreja decidió buscar y seleccionar violines conforme a su brillantes de la madera y colorido, buenas cuerdas con aspecto juvenil, dejando a un lado todo aquello que no le conviniera a su proyecto.
Un día se le acercó un viejo violín con una rareza extraña y poco aspecto, bajo colorido y excelente música. Sin embargo, la oreja lo despreció por no “tener buen aspecto”.
Poco después de ese triste encuentro para el viejo violín, la oreja supo que un afamado director de una orquesta, estaba buscando un buen violín para que lo acompañara a llevar la música por todo el mundo y con ello transformar al mundo.
La oreja al saber esta oportunidad decidió presentarse con su organización de violines “finos” al evento en el cual se escogería al mejor violín del bosque.
La oreja pensó que la escogencia estaría entre su grupo seleccionado. Entonces comenzaron a sonar cada violín que la oreja había presentado y su resultado fue negativo.
El director, no atendió a la oreja y escogió sorpresivamente al viejo y apartado violín que había estado esperando su “llamado”.
Que feliz me siento de haberte escuchado ¡- dijo el director
No sabes lo feliz que me hace haberte escogido.
He caminado mucho buscando tus sonidos y suaves melodías, que hermosa caja a pesar de lo vieja y maltratada que estás y al fin te encuentro ¡ y le preguntó al viejo violín : ¿Quien te fabricó?. El viejo violín le respondió un señor llamado Stradivarius.
Este cuento nos enseña a que el hombre en su negocio personal se olvida del colectivo y en su escogencia actúa por las apariencias y no conforme por el corazón. En cambio, nuestro Dios nos enseña a que actuemos conforme al corazón.
En la Biblia nos lleva a un caso parecido en 1ra de Samuel capitulo 16 versículos 6 al 12 que nos dice:
6 Y aconteció que cuando ellos vinieron, él vio a Eliab, y dijo: De cierto delante de Jehová está su ungido.
7 Y Jehová respondió a Samuel: No mires a su parecer, ni a lo grande de su estatura, porque yo lo desecho; porque Jehová no mira lo que mira el hombre; pues el hombre mira lo que está delante de sus ojos, pero Jehová mira el corazón.
8 Entonces llamó Isaí a Abinadab, y lo hizo pasar delante de Samuel, el cual dijo: Tampoco a éste ha escogido Jehová.
9 Hizo luego pasar Isaí a Sama. Y él dijo: Tampoco a éste ha elegido Jehová.
10 E hizo pasar Isaí siete hijos suyos delante de Samuel; pero Samuel dijo a Isaí: Jehová no ha elegido a éstos.
11 Entonces dijo Samuel a Isaí: ¿Son éstos todos tus hijos? Y él respondió: Queda aún el menor, que apacienta las ovejas. Y dijo Samuel a Isaí: Envía por él, porque no nos sentaremos a la mesa hasta que él venga aquí.
12 Envió, pues, por él, y le hizo entrar; y era rubio, hermoso de ojos, y de buen parecer. Entonces Jehová dijo: Levántate y úngelo, porque éste es.
Para todos aquellos que Dios nos escoge para su propósito:
Escucha el llamado que te hace el Señor por medio de tu meditación diaria en la palabra.
Obedécele.
Conoce el verdadero talento que Dios ha puesto para su propósito.
El te escogió a ti antes de que nacieras.
No te detengas en ese llamado, por que cualquier hombre te ha criticado o separado.
Eres un hermoso instrumento creado por Dios para tener éxito en lo que te propongas.
El hombre no es quien para desechar a nadie y menos para propositos de negocios.
Insiste te dice el Señor, por que te dará una Corona de Vida.
Solo tienes que creer.
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