La parábola de Lucas 18 (parte 4 de 6)

La parábola de Lucas 18 (parte 4 de 6)
Oración que resiste a Satanás
La Biblia nos da mucha ayuda en este asunto de orar contra Satanás. Aquí vamos a examinar unos pocos de estos pasajes para aprender a hacer esta oración.
Recordemos cómo en Génesis 3 Dios castigó y maldijo al diablo después de su primera maldad. En esa maldición divina Dios predijo claramente que la cabeza del diablo sería aplastada por el Señor Jesús en la cruz. Teniendo en cuenta esto, cuando estemos sufriendo en las manos de Satanás, podemos sacar provecho del castigo que él recibió y orar así: «Oh Dios mío, maldice a Satanás otra vez para que no pueda hacer lo que quiere. Tú lo aplastaste en el huerto del Edén. Te pido que lo maldigas de nuevo, que lo pongas bajo el poder de la cruz para dejarlo inmóvil.» Lo que más teme el diablo es la maldición de Dios. Tan pronto como Dios lo maldice, Satanás no se atreve a herirnos.
En Marcos 1 se hace constar que, cuando el Señor Jesús arrojaba a los demonios, no les permitía hablar. Es por esto que cuando Satanás usa a la gente para decir muchas palabras de incomprensión y de violencia, podemos pedirle al Señor que le cierre la boca y que no le permita hablar por medio de ellos. A veces cuando estamos predicando el evangelio o enseñando a la gente, podemos pedirle al Señor que prohiba al diablo hablar a nuestro auditorio para inducirles a dudar o a resistir la Palabra de Dios. Recordemos la historia de Daniel en el foso de los leones.
Una oración es realmente muy eficaz: «Oh Señor, cierra la boca del león; no le permitas herir a tu propio pueblo.»
En Mateo 12 encontramos otra buena palabra de oración enseñada por el Señor: «¿Cómo puede alguno entrar en la casa del hombre fuerte, y saquear sus bienes, si primero no le ata? Y entonces podrá saquear su casa» (v. 29). Sabemos que el hombre fuerte al que el Señor se refiere es Satanás. Para vencer a Satanás primero hemos de atarlo y así inmovilizarlo. Pero nosotros mismos, naturalmente no tenemos la fuerza para atar al hombre fuerte y hacerle perder su libertad para oponerse a nuestras obras. Pero podemos orar. En nuestra oración podemos pedir a Dios que ate a Satanás y lo deje sin poder: Si cada vez que comenzamos una obra, primero atamos a Satanás con la oración, nuestra victoria es segura. Debemos siempre orar: «Oh Señor, ata al hombre fuerte.»
«Para esto apareció el Hijo de Dios, para deshacer las obras del diablo» (1 Juan 3:8). Tan pronto como nos demos cuenta de una obra del diablo, podemos orar así: «Oh Dios mío, tu Hijo apareció para deshacer las obras del diablo. Te damos gracias porque El ha deshecho las obras del diablo en la cruz. Pero ahora el diablo está obrando otra vez. Te pedimos que deshagas su obra en nosotros, que deshagas sus manejos en nuestra obra, que deshagas todas sus tretas en nuestras circunstancias, y que deshagas todas sus obras.» Cuando oremos, podemos hacerlo de acuerdo a la situación en que nos encontremos. Si notamos que Satanás está obrando en nosotros, o en nuestra familia, o en nuestro trabajo, o en nuestra escuela, o en nuestra nación, podemos pedirle a Dios que destruya su obra en esa área particular.
Judas recoge las palabras del arcángel Miguel a Satanás: «El Señor te reprenda» (v. 9). Después de pronunciar estas palabras Satanás ya no se atrevió a resistir. Por lo tanto nosotros podemos usar las mismas palabras en nuestra oración contra él. Pidamos al Señor que reprenda al enemigo. Debemos saber que el Señor escucha esta oración. Si le pedimos que reprenda, reprenderá. También debemos creer que después de que el Señor ha reprendido a Satanás, el enemigo ya no puede resistir, pues teme la reprensión del Señor. Cuando el Señor reprendió al viento y al mar, estos elementos le escucharon, e instantáneamente el viento cesó y el mar se calmó. Su reprensión produce el mismo efecto en Satanás.
Al leer los Salmos veremos ¡qué eficaz es la reprensión del Señor! «Entonces aparecieron los abismos de las aguas, y quedaron al descubierto los cimientos del mundo, a tu reprensión, oh Jehová, por el soplo del aliento de tu nariz» (18:15). «A tu reprensión, oh Dios de Jacob, el carro y el caballo fueron entorpecidos» (76:6). «Quemada a fuego está, asolada; perezcan por la reprensión de tu rostro» (80:16). «A tu reprensión huyeron; al sonido de tu trueno se apresuraron» (104:7). «Reprendió al Mar Rojo y lo secó» (106:9). Estos versículos de la Escritura nos muestran el poder de la reprensión del Señor. Si el Señor reprende a Satanás, éste nunca puede resistir. Cuando el enemigo nos oprima, debemos pedir a Dios que lo reprenda.
En Mateo 16 está escrito que, llevado por el afecto humano, Pedro quiso impedir que el Señor Jesús fuera a la cruz. El Señor lo reprendió diciendo: «Quítate de delante de mí, Satanás» (v. 23). Siempre que el diablo use a nuestros amigos o parientes para, por el afecto humano, impedirnos hacer la voluntad de Dios, podemos pedirle a Dios que quite a Satanás de delante de nosotros.
En Mateo 6 encontramos que el Señor Jesús nos enseña a orar de esta manera: «Líbranos del mal» (v. 13). Puesto que no sabemos cuándo vendrá el maligno a molestarnos, debemos orar con estas palabras.
Nuestro Señor Jesús, «despojando a los principados y a las potestades, los exhibió públicamente, triunfando sobre ellos en la cruz» (Colosenses 2:15). Siempre que veamos el poder del diablo en un alboroto, debemos resistirlo poniéndonos en el terreno de la cruz y pidiendo al Señor que avergüence al diablo una vez más. El diablo ya ha sido avergonzado en la cruz; por eso, tomando esa primera humillación, podemos pedir al Señor que lo avergüence otra vez. Cuando el diablo es avergonzado, no se atreve a levantar la cabeza. Entonces, ¿cómo va a molestarnos otra vez? Por esto oremos así: «Oh Señor, nos ponemos al pie de la cruz y te pedimos que avergüences al diablo otra vez.»
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Aguas refrescantes 26 de julio
Entra en tu aposento, y cerrada la puerta, ora a tu Padre que está en secreto.
Mateo 6:6.
La frase «en tu aposento» es figurada. De la misma manera que las «sinagogas» y «las calles» representan lugares públicos donde las personas estaban expuestas a los demás, «tu aposento» significa un lugar escondido. Sin embargo, quiero señalar que podemos encontrar un lugar escondido espiritual en la esquina de una calle, o literalmente, dentro de una sinagoga. Podemos orar en secreto en una calle bulliciosa o en un salón colmado de gente. ¿Por qué? Porque un aposento es cualquier lugar donde tenemos comunión privada con Dios, y cualquier circunstancia en que hablamos con El sin un despliegue consciente de nuestra oración. «Cerrada la puerta» significa dejar al mundo afuera, y encerrarnos con Dios.
Esta clase de oración es un ejercicio de la fe. Significa que aunque nuestros sentidos nada registran, estamos orando al Padre quien está realmente atento, tomando en cuenta nuestra oración. Además, El no sólo nos observa y escucha atentamente sino que también nos recom¬pensará. ¿Puedes creer esto?
Watchman Nee
Jesús es el Señor! – Jesus is Lord – Jesus ist der Herr – Yeshua adonai – Gesù è il Signore – Jésus est Seigneur – Ιησους ειναι ο Λορδος – Иисус – Господь – يسوع هو الرب – 耶稣是主 – 主イエスは – Jesus é o Senhor – Jesus är lorden
Literatura disponible en:
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