La Revelación del Amor de Dios. (2)

La Cruz de CristoMoisés hizo una serpiente de bronce, y la puso sobre una asta; y cuando alguna serpiente mordía a alguno, miraba a la serpiente de bronce, y vivía.Números 21:9.

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El Salvador tuvo que ser elevado en la cruz, en sacrificio por el pecado. El amor divino no pudo actuar de otro modo para satisfacer al mismo tiempo Su justicia y las necesidades del pecador perdido: “Como Moisés levantó la serpiente en el desierto, así es necesario que el Hijo del Hombre sea levantado” (Juan 3:14). Ese versículo nos hace recordar el relato de Números 21:4-9.

Cada ser humano sin excepción ha sido alcanzado por la mordedura mortal de la serpiente; pero Dios preparó el remedio: Cristo, quien murió en la cruz. Ahora, por el Espíritu Santo, Dios llama a todos aquellos que reconocen haber sido “mordidos” (que son conscientes de que están perdidos) a mirar a Jesús, para tener la vida y la paz. Por medio de él se puede obtener una salvación perfecta y gratuita, una salvación que está en armonía con los derechos de Dios y contra la cual Satanás no puede alegar nada.

Finalmente, la resurrección es la garantía del valor de la obra cumplida en la cruz. En cuanto al pecado, el creyente puede gozar del más perfecto reposo. Dios tiene su complacencia en Jesús; y como los creyentes están identificados con él, Dios también tiene su agrado en ellos. La sangre de Jesucristo ha limpiado cada mancha, ha borrado toda falta. Y la santidad de Dios, que no tolera ningún pecado, ha sido plenamente satisfecha. “Mirad cuál amor nos ha dado el Padre, para que seamos llamados hijos de Dios” (1ª Juan 3:1).


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