LA TOLERANCIA Y LOS ESPEJOS…

¡Qué difícil es vivir en armonía!
¡Qué difícil es tolerar a otros! especialmente cuando sus actitudes no me agradan. Debo ser sincero y darme cuenta que aún no estoy en edad de aceptar algunas conductas ajenas. Creo que por los años que llevo vividos ya no puedo caer en algunas cositas feas que otros hacen. Y me vuelvo arrogante. Presumido y egoísta. Y, lo que es peor, los rechazo. Abierta y vergonzosamente los rechazo. ¡Y eso que soy pastor!. Imagínese nada más…
He tenido que aprender algo: estoy aquí para verme en el espejo de los demás. La única manera de cambiar mis cosas feas es verlas en los otros. Porque todos somos espejos para alguien. ¿Acaso no es eso lo que decían nuestros abuelos? ¡Mírate en ese espejo! Es decir, no lo culpes, no lo juzgues, no lo condenes, no lo rechaces… sólo mírate. Y, al hacerlo, notará que usted también tiene esa inclinación. ¿Cómo así? Pues sencillo. Lo dijo Jesús. Y si Él lo dijo tiene que ser cierto. Nos guste o no, tiene que ser cierto. Si estamos de acuerdo en que Él es la Verdad debemos poner atención a sus palabras que son verdades…
Nuestro trabajo aquí es aprender a ser tolerantes con los demás, sin importar por qué. Así de difícil pueda ser a veces, la paciencia viene más rápido hacia nosotros cuando entendemos que el Creador hizo a alguien de cierta forma, para darle a esa persona la oportunidad de cambiar. Y la misma cosa se ha hecho también conmigo. Y con usted. Las cosas que a usted no le agradan de mí es porque usted se está viendo en mí. Y no le gusta lo que está viendo. Por eso se enoja conmigo y le caigo mal. Y me evita. No se quiere juntar conmigo por esas cosas feas que ha descubierto. Allí está el meollo del asunto. Usted se ve en mi. Y yo en usted. Por eso lo evito… usted es un espejo de mí mismo. Huyo del espejo que me muestra mis bajezas. Que me muestra mi verdadero yo. Y, al final debo aceptar que no me gusto…
Pero, cuando empiezo a comprender que los demás me sirven de espejos, me vuelvo más prudente, más sabio, más tolerante. Es decir, si quiero que los demás me toleren así como soy, debo hacerlo con los demás. ¿Acaso no dice eso el segundo mandamiento? Amarás a tu  prójimo como a ti mismo. Porque tus fealdades las verás en tu prójimo. Y las verás para que te veas como eres realmente. Y lo amarás. Porque él te está mostrando tu verdadero yo. Te está haciendo un favor. Está enviándote un mensaje: Mírate en este espejo y mejora tus actitudes. Mírate en este espejo y no repitas lo malo que hago. Mírate en este espejo y no sigas así. Cambia. Renuévate. Transfórmate. Mejora tu carácter. Mejora tus relaciones. Mejora tu futuro…
Y gracias por usted que es mi espejo. Gracias por mostrarme que sus cosas feas, esas que no me gustan me muestran que yo las tengo que mejorar. Gracias por cruzarse en mi camino y ponerme el espejo de sus errores para que yo vea los míos… No para que le ponga el dedo sino para verme en usted. Por eso me ordenaron en la Palabra que lo ame, al amarlo a usted me estoy amando a mí mismo… así de feo como soy.
Hoy, cuando encuentre difícil soportar a alguien, recuerde que no es diferente de esa persona: Usted también tiene mucho que corregir y, por lo tanto, es sabio ser compasivo y tolerante…

Comentarios

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Este sitio usa Akismet para reducir el spam. Aprende cómo se procesan los datos de tus comentarios.