La verdad sobre la Navidad os hará libres


(El siguiente texto fué tomado del libro “Misterio Religioso, Antigüo y moderno”, de Ralph Woodrow)

Festival de Invierno

Navidad, 25 de diciembre, es el día designado en nuestros calendarios como el día del nacimiento de Cristo. ¿Pero es verdaderamente el día en que nació Cristo? ¿Son las costumbres de esta temporada de origen cristiano, o son las navidades el resultado de una mezcla entre costumbres no cristianas y la cristiandad?

La Palabra Navidad NO se halla en la Biblia y como hemos de ver ¡el 25 de diciembre no es la fecha en que Cristo nació! Es evidente que nuestro Salvador no nació durante el invierno, pues cuando él nació los pastores velaban sus rebaños en el campo. “Y había pastores en la misma tierra que velaban y guardaban las vigilias de la noche sobre sus rebaños” (Lucas 2:8). Como es conocido, los pastores en Palestina (región donde nació Jesús) no hacen esto en diciembre, pues es época invernal. Siempre traen sus rebaños de las montañas a los rediles antes del 15 de octubre (es decir, en el otoño).

Con esto está claro que Cristo no nació a mitad del invierno. ¿No dicen las Escrituras en qué época del año nació Cristo? ¡Sí! Las Escrituras indican que nació en el otoño. Para probarlo, examínese las siguientes evidencias.

El ministerio de nuestro Señor en la tierra duró tres años y medio (Daniel 9:27). Su muerte ocurrió al final en la Pascua (Juan 18:39), lo cual era en la primavera (marzo). Así que tres años y medio antes del final de su ministerio terrestre marcan el principio de su ministerio en el otoño (septiembre-octubre). Ahora bien, si en el otoño fue cuando Jesús inició su ministerio, y lo hizo teniendo 30 años de edad como lo dice Lucas 3:23, entonces 30 años atrás marcarían su nacimiento en el otoño y no el invierno.

Aunque las Escrituras no indican la fecha exacta del nacimiento de Jesús, hay medios para averiguar la fecha aproximada del nacimiento de Juan el Bautista y como Juan nació seis meses antes de Cristo, al comparar ambas fechas podemos darnos cuenta de la fecha aproximada en que nació Jesús. El padre de Juan, quien se llamaba Zacarías, era sacerdote en el templo de Jerusalén. En aquella época, cada sacerdote tenía un tiempo definido del año en que servía en el templo. Había 24 divisiones o cursos de servicio durante el año. Los nombres de estos cursos son dados en 1Crónicas 24:7-19. De acuerdo al historiador Flavio Josefo, cada uno de aquellos cursos duraban una semana (véase “antigüedades de los Judíos, Vol.7, pag.7,14). La primera semana comenzaba en el primer mes del calendario judío, Nisán, al principio de la primavera (1a Crónicas 27:1-2). Después de seis meses, este orden de cursos era repetido para que cada sacerdote pudiera servir dos veces al año durante una semana en cada vez. Entonces, tres semanas del año todos los sacerdotes servían juntamente durante el periodo de la Pascua, Pentecostés y la Fiesta de los Tabernáculos.

Con estos datos como fundamento, notemos en qué curso era que Zacarías servía entonces. “Hubo en los días de Herodes, rey de Judea, un sacerdote llamado Zacarías, de la suerte de Abías…. Y aconteció que ejerciendo Zacarías el sacerdocio delante de Dios por el orden de su vez…, se le apareció el ángel del Señor…”(Lucas 1:5-11).¿En qué época del año ejercía Zacarías la suerte de Abías? De acuerdo con 1a Crónicas 24:10, el curso de Abías era el octavo en orden. Es decir, la fecha era entre Iyar 27 y Sivan 5 (“Iyar” y “Siván” son los nombres de otros meses del calendario Judío), lo que equivaldría a las fechas de 1 de junio al 8 del mismo en nuestros calendarios actuales. Después de su servicio semanal en el templo, Zacarías fue obligado a permanecer otra semana porque a la siguiente era Pentecostés. Pero tan pronto como cumplió su ministerio, regresó a su casa en los montes de Judea, aproximadamente a 30 millas al sur de Jerusalén; y su esposa concibió (Lucas 1:23-24). Esto fue aproximadamente a mediados de junio. Al añadir nueve meses a esto (tiempo que dura el embarazo de una mujer) llegamos a una fecha aproximada del nacimiento de Juan. De acuerdo a esto, Juan nació al principio de la primavera (en marzo), y puesto que Jesús era seis meses menor que Juan (Lucas 1 versículos 26 y 36), simplemente añadimos este tiempo a la época en que Juan nació y tenemos como resultado que Cristo nació a mediados de septiembre. Como podemos ver, nuestro Señor nació en el otoño, y no el 25 de diciembre.

Otra prueba de esta conclusión la tenemos en el hecho de que cuando Jesús nació, José y María habían ido a Belén a empadronarse (Lucas 2:1-50). No hay registros que indiquen que este periodo fuese en invierno, ni motivo alguno para creer, como hemos leído muchas veces en comentarios sobre Navidad, que el empadronamiento había causado la aglomeración de forasteros en la ciudad de Belén y que por eso era que José y María no pudieron encontrar lugar en el mesón. No hay ninguna razón para creer que fuesen tantos los judíos oriundos de Belén y radicados en otras poblaciones, pues todos los judíos se hallaban adheridos a las tierras de sus antepasados. José había estado viviendo en otra población distinta a su natal Belén (había estado viviendo en Nazaret) pero no conocemos la razón de ello. Surge entonces la pregunta ¿Qué causaría, pues, la aglomeración de tantos judíos en la ciudad de Belén? Lo más probable es que fuese a causa de la fiesta anual de otoño, conocida como la fiesta de los Tabernáculos o las Cabañas, la cual implicaba congregarse en Jerusalén durante varios días. Esta ciudad (Jerusalén), era normalmente una población de 120.000 habitantes, pero según Josefo, durante las fiestas algunas veces se reunían allí hasta dos millones de judíos. Con tan grandes multitudes de gente que venían a las fiestas, no solamente se llenaba Jerusalén, sino también la aldea de Belén, situada a solo 5 millas al sur. Esto era al final de la época de siembra. De seguro la orden de empadronamiento coincidió en ejecutarse en la misma época de dicha fiesta. Todo esto y la evidencia dada anteriormente, indican que el nacimiento de Cristo fue en el otoño y no el 25 de diciembre.

Si Cristo no nació en diciembre ¿Cómo llegó este día a ser parte del calendario de la Iglesia Católica? La historia nos da la respuesta. Los primeros seguidores de Jesús nunca celebraron el nacimiento (cumpleaños) de Jesús, pues ni era costumbre judía ni tampoco Cristo lo ordenó, y solo conmemoraban el día de su muerte (pues esto sí fue ordenado por Jesús; ver 1 Corintios 11:23-26). Si es claro que los cristianos nunca celebraron el nacimiento de Cristo, mucho menos lo harían en la misma fecha en que los paganos, durante muchos siglos, venían celebrando el nacimiento de su dios sol. Cristo se oponía a que las costumbres paganas, por inocentes que fueran, se hicieran parte de su enseñanza (véase Mateo 6:7 y 8).

Un estudio de cómo esto pudo llegar a suceder dentro de la iglesia cristiana demuestra cuanto se rebajaron los lideres de la Iglesia Católica en sus esfuerzos por unir el paganismo con el cristianismo, y hacer el menor esfuerzo en “convertir” a los paganos hacia la nueva fe.

Fue en el sigo V (casi cuatrocientos años después de la muerte de Jesús) que la Iglesia Católica Romana ordenó que el nacimiento de Cristo fuera observado el 25 de diciembre, el día de la antigua fiesta romana del solsticio de invierno.En los días del paganismo esta fiesta del nacimiento del dios sol era popular especialmente dentro de la religión de los “misterios” conocida como mitraísmo. Este festival era llamado «La Natividad» .Y no solamente Mitra, el dios sol del mitraísmo, era de quien se decía que había nacido en esta época del año, sino también de Osiris, Orus, Hércules, Baco, Adonis, Júpiter, Tammuz y otros dioses puesto que eran todos procedentes de la misma leyenda de Tammuz, con otros nombres. Todos ellos habían nacido en la misma época invernal conocida hoy como “Navidad”.

Dice el autor de “El Hombre y sus dioses”: “La época invernal era cuando todos los dioses solares, desde Osiris hasta Jupiter y Mitra, celebraban su cumpleaños. Las celebraciones consistían en arboles de pino para Adonis, Saturno y otros que representaban el calor del nuevo nacimiento del sol en forma de fuego…”

En Babilonia el cumpleaños de Tammuz era celebrado en esta época del invierno con grandes fiestas, celebraciones y borracheras, igual que se celebra hoy día. La vieja celebración se dispersó y llego a ser una costumbre tan arraigada en la “Roma y Grecia paganas en los días de los bárbaros teutónicos, como en las épocas remotas de la civilización egipcia y en todas partes este periodo era siempre celebrado con fiestas y regocijos” (véase “Curiosidades de costumbres populares”, pag 242, escrito por William S. Walsh).

Cuando este festival de invierno llegó a Roma, se llegó a conocer como “La Saturnalia” en festejo de su dios Saturno. Esta fiesta era la más vil, inmoral y degenerada que tanto desprestigió a Roma. No podemos imaginarnos a los cristianos verdaderos uniéndose a dichas fiestas, ni mucho menos tratando de imitarlas en tiempos posteriores (vease 1 de Pedro 4:3-5). Era una época de libertinaje, y borrachera, cuando todas las restricciones de la ley eran puestas a un lado (véase Gálatas 5:19-21). Y triste es decirlo, pero fue de esta misma fiesta romana de la que se tomó la celebración del nacimiento de Cristo y que ha perdurado entre los creyentes de la Iglesia Católica hasta nuestros días. (compárese con 2 Corintios 6:14-16, y 1 de Pedro 2:12).

Tertuliano menciona la práctica de intercambiar regalos en esta época como parte de La Saturnalia Romana. Cuando este festival fue adoptado por la Iglesia Católica, también se adopto esta costumbre. De ese modo, los lideres de la Iglesia trataron de hallar alguna similitud entre el paganismo y la religión cristiana. Se dijo que era en recuerdo de los dones que los reyes magos presentaron a Jesús niño al intercambiar regalos.

Pero la real historia no fue así. Los “Reyes magos” (que en realidad eran astrólogos), no intercambiaron regalos entre ellos y los padres de Jesús, sino que dieron sus regalos a Jesús, el nacido Rey de los Judíos (ver Mateo 2:1-2); era una costumbre oriental el presentar regalos al estar ante un Rey. Pero estos regalos no eran regalos de nacimiento. Cuando los magos llegaron, fue mucho después del nacimiento de Jesús. Para esa época, él ya vivía en su casa (Mateo 2: 9-11), y no en el pesebre. Además, para esa fecha ya Jesús era un niño de por lo menos 2 años de edad, razón por la cual Herodes, al no obtener de los Astrólogos el dato de la ubicación exacta de Jesús, mando a matar “a todos los niños de dos años para abajo…” (Mateo 2:16). Queda claro entonces que los regalos de los “Reyes magos” no eran regalos “navideños”.

No tenemos espacio suficiente para tratar sobre todas las costumbres navideñas como “Santa Claus” y el comercialismo ligado a la religión que opera en esta temporada, practica esta última a la que Jesús también se opuso.(ver Juan 2:13-17). Pero vemos que todo ello está falto de fundamento bíblico y claramente identifica las actuales costumbres con las de La Saturnalia de la Roma pagana. En consecuencia, si hoy día un pagano romano se levantase de su tumba y viera a los que celebran navidades en medio de sus festejos ¿Qué díria? ¿Qué están celebrando el nacimiento de Cristo o el nacimiento de su dios Sol?. La respuesta es obvia, y el cristiano verdadero hace bien en no dar causa de tropiezo, ni en el pasado ni en el presente, pues Jesús es el mismo ayer, hoy y siempre y así mismo deben portarse sus verdaderos seguidores. (véase Hebreos 13:8).

Finalmente, para concluir con las costumbres de la temporada “navideña”, mencionaremos el “árbol de navidad”. Una fábula Babilónica decía que Semiramis, la madre de Tammuz, afirmaba que durante una noche un árbol verde se desarrolló de un tronco muerto. El tronco muerto supuestamente representaba a su esposo muerto, Nimrod, ¡y el arbol de pino llegó a ser el símbolo de que Nimrod había revivido en la persona de Tammuz!. La idea se propagó y se desarrolló tanto que muchas naciones tienen sus propias leyendas de árboles sagrados: entre los druidas, los egipcios, los romanos (los cuales adornaban sus arboles con cerezas rojas durante la Saturnalia), los escandinavos y muchos mas. Y al igual que otros ritos paganos, que fueron absorbidos por el “cristianismo”, así mismo lo fue el uso del árbol de Navidad el cual recapitula la idea del culto al sol con sus bolas brillantes en símbolo del sol. En no menos de 10 referencias bíblicas, el árbol verde es asociados con idolatría y culto falso (véase Deuteronomio 12:2 ; 1 de Reyes 14:23; 2 de Reyes 16:1-4, 17:10, y Ezequiel 6:13) . No queremos decir que en nuestros tiempos la gente pone el árbol de Navidad en sus hogares o iglesias para “adorar” a un árbol. Lo que estamos diciendo es que el uso del árbol de Navidad es claramente algo traído del paganismo en una forma modificada. Pero cualquiera que sea la diferencia entre el viejo uso del árbol y las costumbres del presente, nadie puede negar que mientras mas se imite a algo, mas terminamos siendo confundidos con ese algo, y eso no es lo que quieren hacer los cristianos verdaderos quienes siempre evitan ser causa de tropiezo innecesario a otros (ver 1 de Corintios 10:31-33)

¿Es algo de poca importancia el “cristianizar” lo que originalmente fue pagano?

Los católicos creen que aunque un rito o costumbre haya sido originalmente pagano, si es aplicado a Cristo, entonces es aprobado por Dios, aunque no tenga fundamento bíblico. Pero este es solo un razonamiento humano completamente opuesto a la Palabra de Dios (véase Mateo 15:3). Notemos esto cuidadosamente.

En los días en que los israelitas, recién salidos de la tierra pagana de Egipto y estando en el desierto levantaron un becerro de oro (Exodo capitulo 32), nadie negará que esta clase de culto era falso, pagano y una aberración ante Dios. Sin embargo, lo hicieron “en el nombre de Yaveh” Ellos querían un dios que pudieran ver, algo para complementar su culto al Dios eterno e invisible. Así que levantaron un becerro de oro. Se sentaron a comer, beber y se levantaron a danzar. Practicaron sus ritos paganos que observaban hacer a los Egipcios mientras fueron sus esclavos y se despojaron de sus ropas (versículo 25). Es evidente que el culto al becerro de oro en el cual cayeron los israelitas fue totalmente pagano. Sin embargo –y esto es lo que queremos resaltar—ellos argüían que estaban celebrando su “fiesta a Yaveh”, el verdadero Dios (versículo 5). Aquí pues, vemos una mezcla, un intento por unir ritos paganos en su adoración y llamarlos una “fiesta al Señor”. ¿Aprobó Dios esta adoración?. Todos sabemos la respuesta. Cerca de tres mil personas murieron como resultado de esta apostasía. Entonces, si Dios no aceptó ese culto en aquel entonces, a pesar de que lo dedicaron al Señor, ¿Cómo podemos suponer que El acepta hoy en día una adoración que, de igual manera, es una mezcla de paganismo con cristiandad? (véase otros relatos de cómo Dios rechazó los intentos de mezclar paganismo en su adoración en : el capítulo 17 de 2° de Reyes y el capitulo 8 de Ezequiel)

El mensaje bíblico en consecuencia es muy claro. Tanto cuando Israel fue el pueblo de Dios como cuando los cristianos los reemplazaron, el punto de vista que Dios tiene es el siguiente : no contaminar su adoración con practicas ideadas en honor a otros dioses. Recuérdese que una sola gota de veneno puede contaminar todo un vaso de agua pura y en esas condiciones ¿nos atreveríamos a tomarnos ese vaso de agua?. De la misma forma, una adoración contaminada, así sea de a poquitos, termina siendo no aprobada por Dios. Y es claro que para mostrarse amor entre unos y otros, o mostrar generosidad a otros mediante compartir comidas o regalos, no es necesario ni vital celebrar una fiesta de claro corte pagano (fiesta a la que incluso se unen los no cristianos, pero no para unirse a la fe, sino para unirse a los placeres pues después de las fiestas ¿cuántos de esos no cristianos se hacen verdaderos seguidores de Cristo?). Todos los cristianos verdaderos pueden hacerlo de múltiples maneras y sin correr el riesgo de que su adoración sea rechazada por Dios o de que su conducta sea una causa de tropiezo a otros, es decir, que les transmita una imagen equivocada.

Si usted celebra navidades ¿Qué piensa ahora después de haber leído con sinceridad y oración los argumentos anteriores? Si lo motiva el deseo de agradar a Dios y obtener la aprobación de él, mas que el deseo de agradarse a usted mismo.. estamos seguros de que obrará en consecuencia. Recuerde lo que dijo Jesús en Juan 8:32 “Conocerán la verdad y la verdad los hará libres”


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