lecturas 07 de abril de 2010

miércoles 07 Abril 2010
Miércoles de la Octava de Pascua

San Juan Bautista de la Salle

Leer el comentario del Evangelio por
Cardenal John Henry Newman : «¿No ardía nuestro corazón?»

Lecturas

Hechos 3,1-10.
En una ocasión, Pedro y Juan subían al Templo para la oración de la tarde.
Allí encontraron a un paralítico de nacimiento, que ponían diariamente
junto a la puerta del Templo llamada «la Hermosa», para pedir limosna a los
que entraban.
Cuando él vio a Pedro y a Juan entrar en el Templo, les pidió una limosna.
Entonces Pedro, fijando la mirada en él, lo mismo que Juan, le dijo:
«Míranos».
El hombre los miró fijamente esperando que le dieran algo.
Pedro le dijo: «No tengo plata ni oro, pero te doy lo que tengo: en el
nombre de Jesucristo de Nazaret, levántate y camina».
Y tomándolo de la mano derecha, lo levantó; de inmediato, se le
fortalecieron los pies y los tobillos.
Dando un salto, se puso de pie y comenzó a caminar; y entró con ellos en el
Templo, caminando, saltando y glorificando a Dios.
Toda la gente lo vio camina y alabar a Dios.
Reconocieron que era el mendigo que pedía limosna sentado a la puerta del
Templo llamada «la Hermosa», y quedaron asombrados y llenos de admiración
por lo que le había sucedido.

Salmo 105(104),1-2.3-4.6-7.8-9.
¡Den gracias al Señor, invoquen su Nombre, hagan conocer entre los pueblos
sus proezas;
canten al Señor con instrumentos musicales, pregonen todas sus maravillas!
¡Gloríense en su santo Nombre, alégrense los que buscan al Señor!
¡Recurran al Señor y a su poder, busquen constantemente su rostro;
Descendientes de Abraham, su servidor, hijos de Jacob, su elegido:
el Señor es nuestro Dios, en toda la tierra rigen sus decretos.
El se acuerda eternamente de su alianza, de la palabra que dio por mil
generaciones,
del pacto que selló con Abraham, del juramento que hizo a Isaac:

Lucas 24,13-35.
Ese mismo día, dos de los discípulos iban a un pequeño pueblo llamado
Emaús, situado a unos diez kilómetros de Jerusalén.
En el camino hablaban sobre lo que había ocurrido.
Mientras conversaban y discutían, el mismo Jesús se acercó y siguió
caminando con ellos.
Pero algo impedía que sus ojos lo reconocieran.
El les dijo: «¿Qué comentaban por el camino?». Ellos se detuvieron, con el
semblante triste,
y uno de ellos, llamado Cleofás, le respondió: «¡Tú eres el único forastero
en Jerusalén que ignora lo que pasó en estos días!».
«¿Qué cosa?», les preguntó. Ellos respondieron: «Lo referente a Jesús, el
Nazareno, que fue un profeta poderoso en obras y en palabras delante de
Dios y de todo el pueblo,
y cómo nuestros sumos sacerdotes y nuestros jefes lo entregaron para ser
condenado a muerte y lo crucificaron.
Nosotros esperábamos que fuera él quien librara a Israel. Pero a todo esto
ya van tres días que sucedieron estas cosas.
Es verdad que algunas mujeres que están con nosotros nos han desconcertado:
ellas fueron de madrugada al sepulcro
y al no hallar el cuerpo de Jesús, volvieron diciendo que se les habían
aparecido unos ángeles, asegurándoles que él está vivo.
Algunos de los nuestros fueron al sepulcro y encontraron todo como las
mujeres habían dicho. Pero a él no lo vieron».
Jesús les dijo: «¡Hombres duros de entendimiento, cómo les cuesta creer
todo lo que anunciaron los profetas!
¿No era necesario que el Mesías soportara esos sufrimientos para entrar en
su gloria?»
Y comenzando por Moisés y continuando con todos los profetas, les
interpretó en todas las Escrituras lo que se refería a él.
Cuando llegaron cerca del pueblo adonde iban, Jesús hizo ademán de seguir
adelante.
Pero ellos le insistieron: «Quédate con nosotros, porque ya es tarde y el
día se acaba». El entró y se quedó con ellos.
Y estando a la mesa, tomó el pan y pronunció la bendición; luego lo partió
y se lo dio.
Entonces los ojos de los discípulos se abrieron y lo reconocieron, pero él
había desaparecido de su vista.
Y se decían: «¿No ardía acaso nuestro corazón, mientras nos hablaba en el
camino y nos explicaba las Escrituras?».
En ese mismo momento, se pusieron en camino y regresaron a Jerusalén. Allí
encontraron reunidos a los Once y a los demás que estaban con ellos,
y estos les dijeron: «Es verdad, ¡el Señor ha resucitado y se apareció a
Simón!».
Ellos, por su parte, contaron lo que les había pasado en el camino y cómo
lo habían reconocido al partir el pan.

Extraído de la Biblia, Libro del Pueblo de Dios.

Leer el comentario del Evangelio por

Cardenal John Henry Newman (1801-1890) presbítero y fundador de comunidad religiosa
PPS 6, 10

«¿No ardía nuestro corazón?»

Hermanos, hagámonos cargo de lo que fueron, después de la
resurrección, las apariciones de Cristo a sus discípulos. Son tanto más
importantes cuanto que nos enseñan que una comunión de este género con
Cristo es todavía posible; es esta clase de contacto con Cristo el que se
nos da actualmente. Durante este periodo de cuarenta días que siguen a la
resurrección, Jesús inauguró su nueva relación con la Iglesia, su actual
relación con nosotros, el tipo de presencia que quiso manifestar como
segura. Después de su resurrección, ¿cómo estaba Cristo
presente en su Iglesia? Iba y venía libremente; nada se oponía a su
llegada, aunque estuvieran cerradas las puertas. Pero, a pesar de estar él
presente, ello no era tan evidente a sus discípulos. Los discípulos de
Emaús no tuvieron conciencia de su presencia, así, de golpe, sino al
acordarse de la influencia que tuvo sobre ellos: «¿No ardía nuestro
corazón?» Fijémonos bien en qué momento se les abrieron
los ojos: en la fracción del pan. En efecto, ésta es la actual disposición
del evangelio. Si alguien recibe la gracia de captar la presencia de
Cristo, es cierto que no lo reconoce hasta más tarde; desde ahora es sólo
por la fe que se capta su presencia. En lugar de su presencia sensible, nos
deja el memorial de su redención: se hace presente en el sacramento.
¿Cuándo se manifestó? Cuando, por decirlo de alguna manera, hizo pasar a
los suyos de una visión sin verdadero conocimiento a un auténtico
conocimiento en lo invisible de la fe-


Comentarios

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Este sitio usa Akismet para reducir el spam. Aprende cómo se procesan los datos de tus comentarios.