lecturas 26 de abril de 2010

lunes 26 Abril 2010
Lunes de la IV Semana de Pascua

Santa Franca Piacenza, San Pedro de Rates, Beata Gertrude (Caterina)Comensoli , San Anacleto, San Rafael Arnaíz Barón, Beato Julio Junyer Padern, Beato Stanilao

Leer el comentario del Evangelio por
Santo Tomás de Aquino : El buen pastor y la puerta de las ovejas

Lecturas

Hechos 11,1-18.
Los Apóstoles y los hermanos de Judea se enteraron de que también los
paganos habían recibido la Palabra de Dios.
Y cuando Pedro regresó a Jerusalén, los creyentes de origen judío lo
interpelaron,
diciéndole: «¿Cómo entraste en la casa de gente no judía y comiste con
ellos?».
Pedro comenzó a contarles detalladamente lo que había sucedido:
«Yo estaba orando en la ciudad de Jope, cuando caí en éxtasis y tuve una
visión. Vi que bajaba del cielo algo parecido a un gran mantel, sostenido
de sus cuatro puntas, que vino hasta mí.
Lo miré atentamente y vi que había en él cuadrúpedos, animales salvajes,
reptiles y aves.
Y oí una voz que me dijo: ‘Vamos, Pedro, mata y come’.
‘De ninguna manera, Señor, respondí, yo nunca he comido nada manchado ni
impuro’.
Por segunda voz, oí la voz del cielo que me dijo: «No consideres manchado
lo que Dios purificó».
Esto se repitió tres veces, y luego, todo fue llevado otra vez al cielo.
En ese momento, se presentaron en la casa donde estábamos tres hombres que
habían sido enviados desde Cesarea para buscarme.
El Espíritu Santo me ordenó que fuera con ellos sin dudar. Me acompañaron
también los seis hermanos aquí presentes y llegamos a la casa de aquel
hombre.
Este nos contó en qué forma se le había aparecido un ángel, diciéndole:
‘Envía a alguien a Jope, a buscar a Simón, llamado Pedro.
El te anunciará un mensaje de salvación para ti y para toda tu familia’.
Apenas comencé a hablar, el Espíritu Santo descendió sobre ellos, como lo
hizo al principio sobre nosotros.
Me acordé entonces de la palabra del Señor: ‘Juan bautizó con agua, pero
ustedes serán bautizados en el Espíritu Santo’.
Por lo tanto, si Dios les dio a ellos la misma gracia que a nosotros, por
haber creído en el Señor Jesucristo, ¿cómo podía yo oponerme a Dios?».
Después de escuchar estas palabras se tranquilizaron y alabaron a Dios,
diciendo: «También a los paganos Dios les ha concedido el don de la
conversión que conduce a la Vida».

Salmo 42(41),2-3.43(42),3-4.
Como la cierva sedienta busca las corrientes de agua, así mi alma suspira
por ti, mi Dios.
Mi alma tiene sed de Dios, del Dios viviente: ¿Cuándo iré a contemplar el
rostro de Dios?
Envíame tu luz y tu verdad: que ellas me encaminen y me guíen a tu santa
Montaña, hasta el lugar donde habitas.
Y llegaré al altar de Dios, el Dios que es la alegría de mi vida; y te daré
gracias con la cítara, Señor, Dios mío.

Juan 10,1-10.
«Les aseguro que el que no entra por la puerta en el corral de las ovejas,
sino por otro lado, es un ladrón y un asaltante.
El que entra por la puerta es el pastor de las ovejas.
El guardián le abre y las ovejas escuchan su voz. El llama a cada una por
su nombre y las hace salir.
Cuando las ha sacado a todas, va delante de ellas y las ovejas lo siguen,
porque conocen su voz.
Nunca seguirán a un extraño, sino que huirán de él, porque no conocen su
voz».
Jesús les hizo esta comparación, pero ellos no comprendieron lo que les
quería decir.
Entonces Jesús prosiguió: «Les aseguro que yo soy la puerta de las ovejas.
Todos aquellos que han venido antes de mí son ladrones y asaltantes, pero
las ovejas no los han escuchado.
Yo soy la puerta. El que entra por mí se salvará; podrá entrar y salir, y
encontrará su alimento.
El ladrón no viene sino para robar, matar y destruir. Pero yo he venido
para que las ovejas tengan Vida, y la tengan en abundancia.

Extraído de la Biblia, Libro del Pueblo de Dios.

Leer el comentario del Evangelio por

Santo Tomás de Aquino (1225-1274), teólogo dominico, doctor de la Iglesia
Comentario al evangelio de Juan, 10,3

El buen pastor y la puerta de las ovejas

Jesús dijo: «Yo soy el buen pastor». Es del todo evidente que el
título de pastor es propio de Cristo. Porque igual que un pastor lleva a
pastorear a su rebaño, así también Cristo da a los fieles como comida
espiritual su propio Cuerpo y su propia Sangre. Para
diferenciarse del mal pastor y del ladrón, Jesús precisa que es el «buen
pastor». Es el bueno porque defiende a su rebaño con el mismo interés que
un soldado lo hace por su patria. Por otra parte, Cristo ha dicho que el
pastor entra por la puerta y que él mismo es esta puerta. Así pues, cuando
se declara aquí como el pastor, hay que comprender que es él el que entra y
a través de sí mismo. Es del todo cierto porque manifiesta que conoce al
Padre por sí mismo, mientras que nosotros, entramos a través de él, y es él
el que nos da la felicidad. Fijémonos bien en que sólo él es la puerta,
porque sólo él es la luz, y los demás lo son sólo por participación. Juan
Bautista «no era la luz, pero vino para dar testimonio de la luz» (Jn 1,8).
El mismo Cristo «era la luz verdadera que alumbra a todo hombre» (v.9).
Nadie más puede decir que es la puerta, porque Cristo se reservó para sí
este título. Pero el título de pastor lo dio a otros, lo
dio a algunos de sus miembros. Efectivamente, Pedro lo fue, y también los
demás apóstoles, así como todos los obispos. «Os pondré pastores según mi
corazón» (3,15). Si bien es verdad que los jefes de la Iglesia –que son
hijos de ella- todos son pastores, Cristo dice: «Yo soy el buen pastor»
para mostrar la fuerza única de su amor. Ningún pastor es bueno si no está
unido a Cristo por la caridad, llegando a ser pues, miembro del pastor
verdadero.


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