Llegué a los 35 y no puedo dejar de pensar en las palabras de Ragendra

Hoy 27 de Agosto estoy cumpliendo 35 años y mucho ha cambiado desde mis primeros recuerdos en esta tierra.

Antes para que otros nos escucharan debíamos estar en una reunión, en un parque o en un púlpito. Hoy con Facebook, Twitter y Google Plus lo que posteamos puede ser leído al instante por multitudes en cualquier parte del mundo. Sólo esta publicación llegará directamente al correo electrónico de 1,393 personas que se han suscrito a mi blog. Eso me hace feliz. Me encanta compartir lo que sé, lo que aprendo y mis puntos de vista sobre la vida que están directamente formados por un libro en especial, la Biblia. Por eso aquí siempre escribo sobre el hoy, en base a la Biblia.

Ahora que llego a mis 35 años le pregunto:
¿Se siente viejo(a)?
¿Le preocupa llegar a los 15, 20, 40, 60, 80?
¿Teme envejecer?

Déjeme contarle sobre Ragendra. En Agosto de 1,994 – dos semanas antes de cumplir 18 años – comencé mis estudios en Christ For the Nations Institute en Dallas Texas y me gradué en Mayo de 1,996. Durante ese período conocí a una gran cantidad de amigos de todas las partes del mundo – estudiábamos en aquel entonces más de 1,200 alumnos  –. Uno de ellos fue Ragendra, un hindú que vivía en una región tan extraña que ni el nombre recuerdo, pero la imagen de su persona la veo tan clara como hace 17 años.

El día que lo conocí fue en la cafetería del Instituto. Usted llegaba, le servían la comida y luego veía en donde sentarse. Vi a alguien sentado en una mesa que por sus facciones prometía ser latino, pero no, era un hindú, era Ragendra. Conversamos sobre las típicas preguntas que los alumnos internacionales solíamos hacer para conocer a la persona y a su país. Pero de la conversación sólo recuerdo una pregunta y la respuesta a la misma.

Recuerdo que le pregunté ¿Cuántos años tenés? El me respondió: ¿Cuántos me calculás? Le dije, como 23 años. El respondió: entonces tengo 23 años. ¿Cómo así le dije? Y me contó la siguiente historia. En donde yo vivo, no celebramos los cumpleaños y ni siquiera llevamos registro de cuándo nacimos. Y ¿Cómo le hiciste con tu pasaporte? Pregunté. Su respuesta fue: nos inventamos  con mis papás una fecha para el documento de nacimiento ¡Jajaja! No lo podía creer.

Entonces le pregunté ¿Explicáme mejor este asunto? Él me dijo: es muy sencillo. Nosotros no contamos los años, nosotros vivimos la vida. ¡Wow! Nosotros no contamos lo años, nosotros vivimos la vida.

Es triste que muchos vivan tan preocupados por estar por lo que será el mañana y por estar envejeciendo que ya no disfrutan la vida.

Me encanta la actitud y vida de Moisés. A pesar de todo lo que pasó al guiar al pueblo rebelde de Israel por 40 años en el desierto leemos en la Biblia “Moisés tenía ciento veinte años de edad cuando murió. Con todo, no se había debilitado su vista ni había perdido su vigor.” Deuteronomio 34:7 NVI

Como me dijo Ragendra: No cuente los años, viva la vida. Pero vívala bien, vívala en Dios. Porque sus mandamientos son salud al cuerpo del que los guarda. Sus mandamientos no existen para evitarnos vivir, sino para evitarnos sufrir.

Este es mi regalo de cumpleaños para usted. No cuente los años, viva la vida.

Otro día le comparto sobre las principales lecciones que he aprendido en estos 35 años de vida.

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