Cómo refresca la buena lectura. Encontrar un buen libro equivale a hallar un oasis en el desierto, o a una buena siesta después de un día ajetreado. Hacía mucho que no leía algo tan profundo y sencillo, tan humano y tan divino, tan desgarrador y tan lleno de esperanza.
Me refiero al libro “Cry, the Beloved Country” (Llora, el Amado País) de Alan Paton. Lo leí en inglés, y tristemente no encuentro copias en español aún. Pero me resulta una de las mejores novelas que he leído. Trata de un hombre, un religioso, un umfundisi que viaja a la ciudad de Johanesburgo en busca de su hermana Gertrudis de quien no sabe noticias. También aprovecha para indagar por su propio hijo, Absalón, a quien envió en busca de Gertrudis, su tía.
Se topa con la realidad de un pueblo africano y negro, oprimido y pobre, que acude a la prostitución y a la criminalidad en plena época del apartheid. Aún más, divaga sobre la realidad de las cosas y la tragedia de su pueblo. Un libro que pinta las verdades profundades del alma humana, y que nos hace reflexionar sobre lo que importa en la vida. Una lectura –en mi opinión- obligada para quienes amamos la vida. Pues no hay buenos ni malos, solo hombres blancos y negros, corrompidos e imperfectos, pero algunos, con la firme resolución de no caer en la trampa del racismo, de la imparcialidad y de la injusticia; y con la firme idea de no formar parte del siclo de la corrupción de su país.
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