En sus filas hay católicos y protestantes. Se acepta a cualquier miembro que se considere cristiano, lo que se aplica incluso a los mormones. Cuando un miembro se adscribe, debe firmar un documento en el que rechaza «la participación impenitente en o en defensa de estilos de vida sexualmente inmorales». En sus estatutos prohíbe la entrada a aquellos que cometan «fornicación, adulterio y homosexualidad».
El rectorado de la universidad les exigió que eliminaran esas exigencias si querían obtener reconocimiento oficial y, en consecuencia, recibir financiación pública. La máxima instancia judicial del país prohíbe, por lo tanto, que se impongan esos estrictos límites en la vida académica de una universidad pública. La votación ha sido, sin embargo, muy ajustada: cinco votos contra cuatro. El juez moderado Anthony Kennedy se ha alineado con los progresistas en este caso.
«Al requerirle a CLS -como a otras asociaciones- que elija entre aceptar a todos los estudiantes y ser desprovista de los beneficios de un reconocimiento oficial, consideramos que [la universidad] no ha violado sus limitaciones constitucionales», ha dicho la juez Ruth Bader Ginsburg.
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