Tengan cuidado y no dejen que sus corazones se hagan insensibles por los vicios, las borracheras y las preocupaciones de esta vida, para que aquel día no caiga de pronto sobre ustedes
El mundo siempre ha tenido una fascinación con el final de los tiempos. En estos últimos meses lo hemos comprobado con la previsión del fin según la interpretación que algunos hacían del calendario maya.
El capítulo 21 del evangelio de Lucas mezcla predicciones acerca de la caída de Jerusalén, algo que sucedió en el año 70 de nuestra era, con la segunda venida de Jesús en un tiempo escatológico no concretado. Son estas segundas predicciones las que realmente tienen un interés directo para nosotros.
Personalmente nunca he sentido una especial predilección por las cuestiones escatológicas. Lo que me interesa de las mismas es saber que al final de los tiempos, sea cuando sea, el Señor triunfará y el mal, finalmente, será totalmente derrotado y destruido.
Mientras esto sucede, que no sé cuando será, me sirve muchísimo las llamadas a la atención que hace Jesús en el sentido de que debemos estar atentos, alertas y vigilantes. En el pasaje de Lucas que hoy he señalado se añade un énfasis nuevo que no aparece en otros evangelios, la importancia de que los vicios y las preocupaciones de la vida no vuelvan nuestro corazón insensible y perdamos de vista la necesidad de estar preparados para la venida del Señor.
Pienso que la mejor manera de prevenir esta insensibilidad y la mejor manera de estar preparados es incorporar en nuestro estilo cotidiano de vivir el ser agentes del restauración y construir el Reino de Dios. Si esto está integrado en nuestra cotidianidad, no habrá ningún problema. Sea cuando sea la venida del Maestro nos encontrará haciendo lo que debemos hacer, colaborar con Él en la restauración de todas las cosas.
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