Entonces llevaron las barcas a tierra, lo dejaron todo y se fueron con Jesús.
Este capítulo narra el llamamiento de los primeros discípulos, unos pescadores, y también el de Mateo, el recaudador de impuestos. En ambos hay una constante, siguieron a Jesús.
Los dos episodios de llamamiento se dan en un contexto en el que Jesús está llevando a cabo su ministerio y se describe como la gente le escuchaba hablar la Palabra de Dios y era curada de todo tipo de enfermedad y liberada de los espíritus que los encadenaban espiritualmente.
Me considero un seguidor de Jesús y este pasaje me ha hecho pensar acerca del seguimiento del Maestro porque él invitó a otros a seguirle en la tarea que estaba llevando a cabo, es decir, proclamar y demostrar el Reino. Los pescadores, los activistas políticos, los recaudadores de impuestos que fueron invitados por el Maestro a unirse a Él lo fueron con este propósito.
La invitación de Jesús para mí y para cualquiera otra persona sigue siendo la misma, sígueme, y el propósito de la invitación sigue siendo el mismo, construir el Reino, hacer que este mundo llegue a ser lo que Dios pensó y el pecado convirtió en inviable, para ello, proclamamos, anunciamos la buena nueva y demostramos, atacando y enfrentando todo tipo de mal en nuestros contextos.
Esto lleva a preguntarnos si estamos siguiendo a Jesús o, por el contrario, vamos de paseo. En ambos casos hay movimiento, pero el propósito, la razón de ser es totalmente diferente. Si no hay proclamación y demostración es que vamos de paseo. Hay circuitos religiosos muy bonitos, pero no construyen el Reino.
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