MOISÉS NO PUDO ENTRAR A LA TIERRA PROMETIDA

Moisés no pudo entrar a la tierra prometida
(Pastores Gonzalo y Andrea Sanabria)

La ira, cuando se adueña del hombre, es generalmente una manifestación de la naturaleza pecaminosa del hombre que monta en cólera, y queda patente la desaprobación de Dios hacia ella y sus efectos. La ira del hombre no obra la justicia de Dios, y las Escrituras insisten una y otra vez en contra de esta pasión. En el hombre, es pecaminosa en cuanto es fruto de su naturaleza caída, de su egoísmo; los resultados de la ira son dolorosos y tristes…

MOISÉS NO PUDO ENTRAR A LA TIERRA PROMETIDA

“Y habló Jehová a Moisés, diciendo: Toma la vara, y reúne la congregación, tú y Aarón tu hermano, y hablad a la peña a vista de ellos; y ella dará su agua, y les sacarás aguas de la peña, y darás de beber a la congregación y a sus bestia. Y reunieron Moisés y Aarón a la congregación delante de la peña, y les dijo: ¡Oíd ahora, rebeldes! ¿Os hemos de hacer salir aguas de esta peña? Entonces alzó Moisés su mano y golpeó la peña con su vara dos veces; y salieron muchas aguas, y bebió la congregación, y sus bestias”, Núm. 20:7-11.

La ira es una de las más intensas pasiones. La ira o enojo ciega al hombre, haciéndole actuar locamente. Dios le dijo: “hablad a la peña” y Moisés la golpeó dos veces, habiendo dicho: “¡Oíd ahora, rebeldes! La ira o enojo impide glorificar a Dios, Sal. 106:32-33. Estas aguas son llamadas las aguas de Meriba, término que significa: altercado, rencilla, contienda, riña, pelea. Son aguas que producen heridas, infectan el corazón, lastiman a los que están a nuestro alrededor. Por eso es tan importante la formación divina.

Moisés sufre las consecuencias, aunque ellos fueron la causa. (Los errores de otros no me dan licencia para desobedecer a Dios). La rebelión de su espíritu, se expresó a través de sus labios ¿Cómo reaccionamos cuando aparece el enojo? Puede ser con una venganza, con palabras que hieren, con desobediencia, con aislamiento, etc… Lo correcto es someterlo a Dios.

Nuestra dependencia de Dios debe ser continua. Los buenos resultados, no señalan siempre aprobación divina, “Salieron muchas aguas”, esto nos muestra la fidelidad de Dios hacía su pueblo, por encima de los hombres. La provisión divina para el pueblo del Señor, no se detendrá por las falencias de los hombres. El que haya salido agua, no significó que Dios aprobaba lo que Moisés había hecho. A veces los deseos de Dios son afectados por el hombre, también podemos verlo en Sansón, un propósito divino  que sufrió las consecuencias de sus malas decisiones.
     
El camino recorrido o metas alcanzadas no justifican la autosuficiencia, “Y Jehová dijo a Moisés y a Aarón: Por cuanto no creísteis en mí, para santificarme delante de los hijos de Israel, por tanto, no meteréis esta congregación en la tierra que les he dado”, Núm. 20:12. Estaban en el último año de peregrinación (año 40) a punto de ingresar a la tierra prometida. Moisés y Aarón llevaban sirviendo a Dios cuarenta años. El tropiezo puede aparecer en el trayecto donde tú crees que mejor caminas”. Moisés falló en su punto más fuerte: la mansedumbre “Y aquel varón Moisés era muy manso, más que todos los hombres que había sobre la tierra”, Núm. 12:3. No importa el grado de crecimiento o revelación alanzado, no somos autosuficientes, necesitamos a Dios hasta el último día de nuestra vida.

Reflexión final: El Espíritu Santo ha venido para enseñarnos, para ayudarnos a caminar en su carácter, en su fruto. Con frecuencia, por ira o enojos dañamos, herimos. Por orgullo, queremos hacer las cosas a nuestra manera, pero esto sólo produce tristezas, hagamos las cosas con el amor de Dios, con el carácter del Cristo que vive en nosotros.

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