Nada de mí….. Y todo de Dios

Quizás……   os preguntasteis qué ha ocurrido durante este tiempo que me he
mantenido en silencio.
Quizás…..   pensasteis que me olvidé de cada uno de vosotros.
Quizás…..   os figurasteis que esto del Blog quedó en algo pasajero.
Quizás…..   imaginasteis……   no sé……  mil cosas……
Pues durante todo este tiempo………….
sencillamente………….
He vivido la vida como Dios me la ha ido prensentando.
Rendida a Su Dirección
Y buscando Su Voluntad.
Dios me ha paseado:
Por celebraciones de cumpleaños,
Por una boda,
Por la celebración de unas Bodas de Plata,
Por un entierro,
Por actividades especiales en la Iglesia,
Por clausuras de cursos escolares de mis hijos,
Por arreglo de múltiples papaleos,
Por……..   la lista pudiera ser larga.
 Siendo mi oración diaria que Dios me mantenga fiel en mi caminar,
manteniendo en mente y corazón
el siguiente versículo:
«Ciertamente el bien y la misericordia me
seguirán todos los días de mi vida….»
                                       Salmos 23:6

Y ahora me gustaría dejaros con el testimonio de Joanie E. Yoder,
donde deja más asentado el pensamiento que os quiero hacer llegar:

Mi vida estaba llena de ansiedad y preocupación. Parecía que no tenía la fuerza, física ni emocional, para seguir adelante.
Me había vuelto agorafóbica, que es un temor a los espacios abiertos, temor de salir.
Era tan intenso que a veces me daba pánico y sudaba. Otras veces interrumpía mis compras
en el mercado y salía corriendo a casa. 
Tan pronto llegaba a la casa me sentía segura otra vez.
Yo pensaba que era la única persona que se sentía así. Mis hábitos alimentarios cambiaron,
mi sueño no era regular, temblaba, y por lo general me sentía ansiosa respecto a la vida
y todas sus responsabilidades.
No podía enfrentarme a nada. Para cuando tenía treinta y pico de años,
me sentía ser una total calamidad.
Cuando miro atrás me doy cuenta de que habia tres razones para mi ansiedad.
Una era una inmadurez extrema; no podía con las responsabilidades.Segundo, tenía el hábito de
la amargura, aunque no lo reconocía como tal porque sentía que siempre tenía la
justificación para sentirme como me sentía.
Y la tercera razón, la cual creo es común a todos nosotros,
era una tendencia a ser autosuficiente.
Trataba de hacerlo todo en mi propia fuerza.
Estos tres factores me derrumbaban.
A medida que Dios obraba en mi vida y me llevaba hacia la entereza,
me mostró cuatro disciplinas que siguen teniendo un profundo afecto en mi vida:
leer, orar, confiar y obedecer.
Leer la Biblia y regocijarme en sus verdades.
Orar, hablar con El no sólo en mi propio tiempo de oración, sino durante
todo el día y toda situación.
Confiar, apoyarme en Dios en las circunstancias que están más allá de mi control.
Obedecer, hacer lo que sé que Dios quiere que haga.
Aunque estas cuatro disciplinas son muy conocidas, y aunque el principio de dependencia 
de Dios es una verdad obvia bíblicamente, a menudo no los ponemos en práctica.
A medida que empecé a incorporar estas disciplinas en mi vida diaria me dia cuenta 
de que cultivaban una relación intima con Cristo
que desarrollaba la confianza en El.
El comenzó a demostrar que era suficiente para mí, al principio en pequeñas formas.
Y, mientras me fue mostrando su fidelidad, empecé a confiar en El cada vez más y más.
Al hacerlo, leer, orar, confiar y obedecer interactuaban entre sí. Cuando hice lo que 
se suponía que hiciera.
Dios empezó a hacer las cosas que sólo El podía hacer. Así que
yo comencé a encontrar menos y menos razones para preocuparme.
Empecé a darme cuenta de que cualquier cosa que El me pidiera que hiciera,
incluso si era algo que me desafiaba un poco,
El estaría allí para ayudarme.

La dependencia de Dios es el tema de mi vida.
Mi historia es la de una mujer que no tenía nada en sí misma, pero que
encontró todo lo que necesitaba a través de una vida de total
dependencia de Dios: es el diseño perfecto de Dios.

El inicio del progreso en mi vida espiritual fue una experiencia que me llevó
al final de mis fuerzas.
No me veía bien ni me sentía bien.
Pero fue el momento más espiritual de mi vida.
Espero que esto sirva de aliento a otras personas que se hallen en ese punto.
Muchas veces creemos que para ser espirituales debemos estar siempre en la cima.
Eso no es verdad. 
Ser espiritual es llegar al lugar donde no queda nada de nosotros
y todo es de Dios.

                                                                  Adaptado de :
                                                                 ¿Qué puedo hacer con mi preocupación?
                                                                 Nuestro Pan Diario 2003
        

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