Nada Me Separará de Tu Amor

Cuando estamos en medio de una profunda tristeza
o de circunstancias difíciles,
quizás nos sintamos ofendidos
si alguien sugiere que a veces
salen cosas buenas de la adversidad.
Una persona con buenas intenciones  que trata de animarnos
a confiar en las promesas de Dios
podría percibirse como insensible 
o incluso
no realista.
Eso les sucedió a los hijos de Israel cuando Dios estaba trabajando
para librarlos de Egipto.
Cuando Faraón endureció su corazón hacia el mandato del Señor
de dejar ir a su pueblo,
aumentó la carga de trabajo de los esclavos hebreos
forzándolos a reuinir la paja que necesitaban
para hacer los ladrillos (Exodo 5:10-11).
Ellos se desanimaron tanto que no pudieron aceptar las palabras
tranquilizadoras de Moisés de que Dios
había escuchado su clamor y había prometido
llevarles a una tierra propia (6:9).
Hay veces que en nuestro sufrimiento y temores
pueden cerrar nuestros oídos a las palabras de esperanza de Dios.
Pero el Señor no deja de hablarnos cuando a nosotros 
nos resulta difícil escuchar.
El sigue obrando a nuestro favor tal como lo hizo
cuando liberó a su pueblo de Egipto.
A medida que
experimentamos la compasión y el amoroso cuidado de Dios,
podemos empezar a escuchar de nuevo,
incluso mientras el dolor se sigue mitigando.
                                                 DCM
                                                          Nuestro Pan Diario 2006


                                                           


Comentarios

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Este sitio usa Akismet para reducir el spam. Aprende cómo se procesan los datos de tus comentarios.