Nadie está preparado para la paz


Autor: Bernardo Ptasevich
Se terminó la distracción. El Mundial de Fútbol ha finalizado. Ahora la mente de la población está otra vez en los problemas cotidianos y en los grandes peligros que pueden cambiar su vida para siempre.
Hizbollah acumuló desde que se declaró el alto al fuego 40.000 nuevos cohetes, capaces de llegar a puntos de Israel a los que antes no tuvo acceso. Ese arsenal está en depósitos que se encuentran como siempre cercanos a escuelas, hospitales y a las zonas donde residen los civiles que le harán luego de escudos humanos. Todo está documentado; han sido detectados y fotografiados.
Declaran que han sido vencedores en la guerra anterior y que la guerra no ha terminado. De ambas cosas la verdadera es la segunda porque basta ver las cifras de infraestructura destruida para saber cual fue el resultado en los últimos enfrentamientos.
Eso sí, han vencido en la guerra informática y en conseguir apoyo de otros países a pesar de ser terroristas. Cuando el terror es contra Israel, aparece con otros nombres, disfrazado en defensa de derechos, en luchas por la libertad y otros que cambian el sentido de la realidad. El próximo enfrentamiento no va a ser tan cuidadoso, las pérdidas civiles serán mayores así como las de viviendas, edificios y rutas. Pero eso no ocurrirá sólo en el Líbano sino también en nuestro territorio.
Cuando suceda, la presión de la población israelí se hará sentir en forma inmediata. El Gobierno y el Ejército tendrán que tomar acciones mucho más fuertes que puedan terminar rápidamente con esa situación. Estamos acostumbrados a que nuestras guerras sean afuera, donde la mayoría de la gente sigue viviendo preocupada pero en forma cotidiana. No es lo mismo tener muchas bajas y mucha destrucción que verlo por televisión.
Situación de parálisis
Mientras tanto, los palestinos juegan en dos bandas. Hamás sigue firme con el secuestro de Guilad Shalit, que ya le ha brindado mucho rédito en lo que se refiere a su poder. Esperan conseguir mucho más prestigio y apoyo liberando a miles de terroristas y presos de las cárceles israelíes. El Gobierno duda y no encuentra otra forma de liberar al soldado; ni siquiera se ve que la haya intentado. Es una situación de parálisis que asombra. No negociamos, no intentamos liberarlo, sólo dejamos que el tiempo pase mientras nuestro soldado sigue cautivo.
Mahmud Abás sigue poniendo nuevas pre condiciones cada vez que se acercan las conversaciones directas para llegar a algún acuerdo. Sus declaraciones y las del primer ministro Fayad están lejos de demostrar que les interese acordar sobre algún punto y se acercan mucho aunque no lo declamen a los terroristas de Hamás, ya sea porque se convencieron de que nada pueden hacer o porque siempre estarán más cerca de ellos que de cualquier cosa que tenga que ver con Israel.
Assad pide mediaciones, visita países diciendo que quiere la paz con Israel pero que no tiene con quien hablar. Creo que tampoco lo tendrá en el futuro. El es uno de los que más apoya al terrorismo de Hamas y Hiz-bollah y el nexo entre estas y otras organizaciones terroristas a las que abastece de terror y armamento. Es la mano derecha de Ahmadineyad, de sus secuaces, y también de sus jefes que desde las sombras le dictan el camino a seguir. Mentira tras mentira, todos tratan de mantenerse en el poder manifestando su odio a lo judío, prometiendo enfrentar a Israel y diciendo que ganan cuando pierden.
Todo indica que Irán, sus gobernantes visibles e invisibles, los que dan las órdenes y los que hablan en cuanto foro puedan hacerlo, están listos para la guerra. No podemos prever si serán al fin atacados por Israel, Estados Unidos u otros aliados o si ellos mismos darán el paso para contrarrestar las duras medidas impuestas
Turquía busca ahora acercamiento aunque con condiciones. Ha visto peligrar su relación con Obama y el país del norte, viendo peligrar su posible integración a Europa. Vienen elecciones que seguramente cambiaran el mapa del Gobierno turco. Quizás por ello ese vuelco radical hacia Irán y la utilización de la información que poseen de los tiempos de buenas relaciones recientes con Israel.
Europa prejuzga y condena. Condena pero no ejecuta las condenas, porque saben que son parte de un cuento de fantasmas, de un film de terror de la que participan por miedo o por convicción. Libia envía otro barco de provocación que no quiere acatar la orden de entregar su ayuda por las vías legales. Aunque aseguren que no portan armas su propósito no es la ayuda sino romper con el bloqueo impuesto a los terroristas.
Países como Venezuela y en menor medida Bolivia y Brasil siguen apoyando a Irán, con quien tienen grandes negocios y deudas y del que ya son dependientes en su economía.
La población no confia
Todo conforma una situación compleja que no nos muestra caminos ni alternativas hacia una paz provisoria y mucho menos a una duradera. La población de Israel no confía en ninguna de estas cosas. También los israelíes se preparan para la guerra aunque hablen de paz cada vez que tengan la oportunidad. Nadie es sincero porque nadie puede cambiar el espiral de odio y violencia enquistado en los corazones de las personas. Nadie ha propuesto ni puede por ahora proponer un camino hacia un cambio de violencia por paz. Nadie está dispuesto a ceder ni un centímetro de sus aspiraciones para lograr avanzar.
Se habla de paz en la televisión, en los diarios, en las conferencias, en los discursos, en encuentros con gobernantes de otros países. Nadie está preparado para ella; todos están listos para la guerra, por más peligrosa y negativa que sea para el futuro de todos, por más cruel y mortal que se presente. Muchos piensan que más vale arriesgar a morir de golpe que de a poco.
Ya no hay tiempo para cambios lentos. O aparece realmente en el horizonte una fórmula viable, o vamos a la guerra más generalizada de los últimos tiempos.
Hamás debe liberar a Guilad Shalit, separar las responsabilidades creando de una vez el Estado palestino, y lograr el reconocimiento de Israel con todos sus derechos. Fijar fronteras seguras que permitan a los judíos vivir con sus costumbres y creencias en un territorio donde puedan defenderse de cualquier ataque, con normas severas y claras entre ambos países que deberán respetarse en forma total. La guerra o la paz; esa es la pregunta.


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