NÚMEROS PARTE I/ LA GENERACIÓN DEL DESIERTO/ CAPÍTULO 11/ 5

Un joven corrió y dio aviso a Moisés diciendo: Eldad y Medad están actuando como profetas en el campamento. Entonces Josué, hijo de Nun y ayudante de Moisés desde su juventud, intervino diciendo: Señor mío Moisés ¡Detenlos! Pero Moisés le respondió: ¿Estás celoso por mí? Ojalá todo el pueblo del Señor fuera profeta y el Señor les infundiera su Espíritu. (Número 11:27-28)

Este breve pasaje detecta dos problemas comunes en los líderes: el control y los celos. Ni que decir tiene que, en la mayoría de las ocasiones, esto denota una profunda inseguridad por parte del líder que los experimenta. Analiza tu liderazgo, si ves esta tendencia es posible que seas un líder inseguro y que el crecimiento y los dones de los demás los percibas como una amenaza.

El control de todo aquello que no pase bajo nuestra égida e influencia. La preocupación que los dones -en el caso del pasaje descrito- el de profecía se ejerzan al margen de «los canales oficiales» y que las personas no estén dentro de «la autoridad» y la jerarquía que nosotros manejamos. Las personas indicadas en este pasaje actuaban fuera de lo que podríamos llamar la convencionalidad.

Los celos hacia aquellos que tienen dones, cualidades o capacidades similares a las nuestras o, lo que es peor, mejores que las nuestras. Esto, desde el punto de vista del líder inseguro, puede llevarle a detener el crecimiento y el ejercicio de las mismas a fin de que su autoridad no quede en entredicho. Josué actuó en defensa de su jefe pidiéndole a este que los detuviera en el ejercicio de ese ministerio.

Creo que Moisés enseña una lección clave para cualquier líder, a saber, tener la capacidad de gozarnos con el hecho de que Dios, en su soberanía, no olvidemos que una y otra vez el Nuevo Testamento indica que el Espíritu Santo ha distribuido los dones a quien quiere y como quiere, ha capacitado a otros con dones similares e incluso mejores que los nuestros y, al mismo tiempo, entender que nuestra autoridad y posición no depende de nosotros sino del Señor que nos la ha concedido, por tanto, como veremos más adelante, no vale la pena luchar por ella.

Pero vigila tu liderazgo entiende que celos y control expresan inseguridad.

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