Entonces Caleb impuso silencio al pueblo en presencia de Moisés y dijo: —Subamos con decisión y apoderémonos de esa tierra, pues somos más poderosos que ellos. Pero los hombres que habían subido con Caleb le replicaron: —No podremos vencer a ese pueblo, porque es más fuerte que nosotros. (NÚMEROS 13:30, 31 BLPH)
Desde hace años tengo mis tiempos de retiro personal en un monasterio benedictino situado en lo alto de una montaña que se llama Montserrat. De manera rutinaria siempre viajaba hacia ella por la vertiente norte de la misma y el paisaje que se iba desplegando mientras conducía mi automóvil siempre era el mismo y familiar. Pero una vez decidí viajar por la vertiente opuesta y, consecuentemente, ante mis ojos apareció un nuevo paisaje, una manera de ver la misma montaña que hasta entonces nunca había tenido la oportunidad de ver y apreciar. Era la misma realidad, sin embargo, dos perspectivas totalmente diferentes de la misma.
Este sencillo pasaje del libro de Números nos habla, precisamente, de este principio, la realidad, la misma realidad, puede ser percibida de manera totalmente diferente por dos personas, todo ello dependiendo únicamente del punto de vista del que parten.
Uno puede mirar a la realidad desde la perspectiva de Dios o desde la perspectiva de la sociedad en la que nos ha tocado vivir a cada uno de nosotros, Esta, la realidad, no va a cambiar en absoluto, pero si nuestra perspectiva de la misma, nuestra capacidad de procesarla y afrontarla porque lo hacemos con los lentes de Dios, introduciéndolo a Él en la perspectiva y con Él van sus recursos, su soberanía y su capacidad de hacer, de llevar a cabo cosas que para nosotros son totalmente impensables e imposibles.
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