OBSERVACIONES SOBRE LA ORACIÓN (parte 1 de 4)

OBSERVACIONES SOBRE LA ORACIÓN (parte 1 de 4)
Primera. ¿Nos ha dado Dios suficiente provisión para la oración?
Sí, Dios nos ha dado suficiente provisión en su Hijo por medio del Espíritu Santo. Si no fuera así podríamos hallar motivos para no ejercer nuestro privilegio y nuestro deber de la oración. Pero gracias a Dios, el Señor nos ha provisto todas las condiciones para que estemos cerca de El y vivamos en su presencia. Podemos resumir su provisión en dos palabras: confianza y ayuda.
Consideremos primero «confianza». Confianza significa tener la habilidad de poner (algo) al cuidado de otro por buena fe, el denuedo de fiarse de él, la plena seguridad de depender de él, y todo lo demás que implica esta actitud. Verdaderamente esto supone muchas cosas. Pero una confianza así es esencialísima para la oración y para toda la vida cristiana. Si nuestra relación con el Señor está llena de indecisiones porque no tenemos ni la seguridad ni la confianza, toda nuestra vida se resentirá fatalmente. Fijemos nuestra atención en los siguientes pasajes de la Biblia:
«Así que, hermanos, teniendo libertad para entrar en el Lugar Santísimo por la sangre de Jesucristo, por el camino nuevo y vivo que El nos abrió… y teniendo un gran sacerdote… acerquémonos con corazón sincero, en plena certidumbre de fe…» (Hebreos 10:19-22). «Por quien también tenemos entrada por la fe a esta gracia en la cual estamos firmes» (Romanos 5:2). «Porque por medio de él los unos y los otros tenemos entrada por un mismo Espíritu al Padre» (Efesios 2:18). «En quien tenemos seguridad y acceso con confianza por medio de la fe en él» (Efesios 3:12).
La verdadera confianza tiene su fundamento sólo en un factor: únicamente Cristo. Tenemos el privilegio absoluto de acercarnos a Dios porque Cristo mismo es ese privilegio. Este es el plan de Dios. En el nombre de Cristo podemos llegar al Padre a cualquier hora y desde cualquier lugar. Nosotros nunca nos presentamos al Padre en nuestro nombre o por nuestros méritos, porque esto sería simplemente imposible. Venimos al Padre solamente en el nombre del Hijo.
En Efesios 3:12 se dice que en Cristo Jesús nuestro Señor tenemos seguridad y acceso con confianza por medio de la fe en El. Nosotros no venimos ante Dios presentándole nuestra «indignidad»; sino que es Cristo el que nos toma de la mano y nos lleva delante del Padre. El lleva a la presencia del Padre a todos los que están lavados con su sangre, a todos los que han sido resucitados de entre los muertos, pues estamos revestidos de «El» como nuestra ropa de justicia. Por lo tanto, nuestra confianza es el mismo Cristo.
Ahora consideremos el término «ayuda». ¡Bienaventurados los que pueden acercarse a Dios con seguridad y confianza! Es cierto que tenemos este altísimo privilegio, y sin embargo sentimos tanto nuestra propia incapacidad, nuestra debilidad y nuestra insensatez, que no sabemos cómo hemos de orar. Qué bueno es entonces conocer y experimentar aquí la cooperación y ayuda del Espíritu Santo.
«Y de igual manera el Espíritu nos ayuda en nuestra debilidad; pues qué hemos de pedir como conviene, no lo sabemos, pero el Espíritu mismo intercede por nosotros con gemidos indecibles. Mas el que escudriña los corazones sabe cuál es la intención del Espíritu, porque conforme a la voluntad de Dios intercede por los santos» (Romanos 8:26,27). Donde más claramente se manifiesta nuestra debilidad es en la oración. Ninguna otra actividad espiritual pone de manifiesto nuestra debilidad tanto como la oración. Todos sabemos la gran dificultad que los discípulos tuvieron en el huerto de Getsemaní. No podían velar y orar. Pero, gracias a Dios, nosotros tenemos al todopoderoso Espíritu Santo que nos ayuda. Hemos de confiar en el Espíritu Santo que habita en nosotros y que obra con poder dentro de nosotros, pues El es nuestra ayuda en tiempos de enfermedad e incertidumbre. Aunque nosotros no sabemos cómo hemos de orar, con todo, el Espíritu Santo que está dentro de nosotros y que sí sabe la voluntad de Dios, nos enseñará a orar como Dios quiere. Más todavía, dará sentido a nuestra relación con Dios y nos llevará a una comunión verdadera. Por lo tanto, cuando oremos, dependamos del Cristo en quien creemos y del Espíritu Santo que nos ayuda.
*************************
Aguas refrescantes 30 de julio
¿Está alguno enfermo entre vosotros? Llame a los ancianos de la iglesia y oren por él.
Santiago 5: 14.
«y si hubiere cometido pecados, le serán perdonados». Esta parece una clase extraña de perdón. ¿Podemos encon¬trar en algún otro lugar de la Biblia que si los ancianos oran por nosotros nuestros pecados serán perdonados? No. Si pecamos debemos confesarlo a Dios, y El nos perdonará en forma directa. ¿Por qué nos aconseja Santiago a que llame-mos a los ancianos para que oren y nuestros pecados sean perdonados?
Surge con claridad en las Escrituras el principio del gobierno de Dios que establece que cosechamos precisa¬mente lo que sembramos. Parece que Santiago al escribir contempla el caso de un hombre que puede estar sufriendo enfermedad, cosechando lo que ha sembrado. No se sabe con seguridad, pero él y los ancianos se unen para confesar y orar en la comunión del cuerpo. Al hacerlo, la mano de Dios que ejercía la disciplina es quitada, y la comunión es restaurada.
Watchman Nee
Jesús es el Señor! – Jesus is Lord – Jesus ist der Herr – Yeshua adonai – Gesù è il Signore – Jésus est Seigneur – Ιησους ειναι ο Λορδος – Иисус – Господь – يسوع هو الرب – 耶稣是主 – 主イエスは – Jesus é o Senhor – Jesus är lorden
Literatura disponible en:
[email protected]
[email protected]

Comentarios

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Este sitio usa Akismet para reducir el spam. Aprende cómo se procesan los datos de tus comentarios.