Olor Grato



“ Porque para Dios somos grato olor de Cristo en los que se salvan, y en los que se pierden; a éstos ciertamente olor de muerte para muerte, y a aquellos olor de vida para vida” 2 Corintios 2:15-16

Existen varios pasajes en donde Dios expresa su complacencia según el aroma que llega a su Santa presencia.
Recordemos cuando Noe levanta un altar y ofrece holocausto en olor grato a Dios (Gen. 8: 20-21) o cuando Israel recibe las instrucciones expresadas en el libro de levítico. Sin duda, el aroma que una ofrenda pueda producir, es lo que en definitiva Dios aceptará o rechazará. No olvidemos el tristemente célebre episodio de los Hijos de Aarón, Nadab y Abiú (Lev. 10:1)
En el hebreo, el significado del “grato olor” apunta a un expresión de descanso. Dios se agrada, descansa, y su ira santa es aplacada a través de este aroma.
Eso es justamente lo que ocurrió cuando nuestro amado Señor y Salvador Jesucristo fue ofrecido en el altar del Gólgota. Su propiciación desprendió aquella fragancia celestial que solo Cristo podía expeler. Y todo, para que la ira Santa de Dios no cayera sobre nosotros y fuera aplacada de una vez y para siempre.
Como dice el texto que encabeza este tema, recién ahora nosotros podemos producir un olor grato a la presencia de Dios, porque estamos en Cristo. Fuera de él, lo único que podíamos ofrecer es ese nauseabundo aroma de muerte para muerte, tan igual como el que desprendía el cuerpo muerto ya de cuatro días de Lázaro.
¡Gloria a Dios! Porque cada uno de sus hijos contiene en su interior un frasco de alabastro de Nardo puro y que cada vez que lo vertimos en nuestra adoración, se desata la fragancia más incomparable que solo nuestro Señor Jesucristo produce.

PEL2005


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