Aunque Paraguay perdió 1 a 0 ante España en cuartos de final, para mí Paraguay es un modelo de equipo y digno de imitar en nuestras congregaciones:
1. Estuvieron enfocados siempre en su misión
Tuvieron la misma pasión por ganar aun cuando iban perdiendo. La pasión siempre viene de la misión. Si estamos claros y enfocados en la misión, conocemos la necesidad de por qué existimos como iglesia, habrá pasión.
2. Cuando les anotaron no buscaron culpar a nadie, lo aceptaron y siguieron enfocados en su misión
No hubo alegatos entre compañeros, no buscaron culpar a nadie, aceptaron el gol y volvieron a su misión, empatar y ganar. Culpar a alguien o permanecer enojados no produce ni unidad, ni nada bueno. Preguntarse cómo evitar que lo malo se repita, eso sí es bueno.
3. Supieron que “El fracaso es un momento, no un monumento”.
Cuando terminó el partido no abandonaron el campo. Se abrazaban diciéndose bien hecho y consolaban a uno que lloraba. Seguro ya piensan en el próximo mundial.
4. Fueron obedientes al entrenador y tenían visión de equipo no de estrellas
Cuando hicieron un cambio de jugador no se molestó con su entrenador sino que salió contento, animó al que entraba y su entrenador le habló y seguro lo felicitó porque salió todo feliz. Aquí vemos obediencia al líder, apoyo a las decisiones tomadas y visión de equipo no de individuos. Básico para implementarlo en nuestras vidas en nuestras congregaciones.
Porque los grandes en cualquier área en que se desenvuelven realmente son sencillos, obedientes, productivos y con el ego hasta por debajo del subsuelo.
¿Qué clase de jugador es usted en su congregación?
¿El de la banca?
¿El que está apoyando la visión de su Pastor en el campo?
¿El conflictivo y murmurador que muchos evitan y otros para mal siguen?
Paraguay, gracias por las tremendas lecciones no habladas, sino jugadas. Los vemos en el próximo mundial.
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