¿Por qué tal Contraste?

Puestos los ojos en Jesús, el autor y consumador de la fe, el cual por el gozo puesto delante de él sufrió la cruz, menospreciando el oprobio.Hebreos 12:2.

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Cuando Jesús, el Hijo de Dios, nació, el cielo se iluminó en plena noche y un ángel del Señor anunció la gran noticia: “Os ha nacido hoy… un Salvador, que es CRISTO el Señor” (Lucas 2:11). Cuando estuvo en la cruz del Calvario, en pleno día, el cielo se oscureció durante tres horas (Mateo 27:45).

El día de su nacimiento, una multitud de ángeles alabaron a Dios: “¡Gloria a Dios en las alturas, y en la tierra paz, buena voluntad para con los hombres!” (Lucas 2:14). Pero en la cruz, hacia el final de esas tres horas de silencio y profunda oscuridad, se escuchó un clamor: “Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has desamparado?” (Mateo 27:46).

¿Qué sucedió? ¿Desapareció el gozo de Belén en el desenfreno de la maldad humana contra el Hijo de Dios? No, por supuesto que no. La Palabra dice: “Por el gozo puesto delante de él sufrió la cruz, menospreciando el oprobio” (Hebreos 12:2). En Getsemaní el Señor, en plena comunión con su Padre, aceptó tomar nuestros pecados como si fuesen suyos (Salmo 40:12). El Dios justo y santo hizo caer sobre Jesús el castigo que nuestros pecados merecían, y lo abandonó; el clamor del Gólgota expresó su infinito sufrimiento, pero a ese grito le siguió un potente grito de victoria: “Consumado es” (Juan 19:30). Su obra había terminado. El Señor ve de antemano la multitud de hombres y mujeres salvos por su sacrificio; es la alegría del Sembrador que vuelve trayendo sus gavillas (Salmo 126:6).


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