¿Por qué un Dios bueno permite el sufrimiento? (Tercera parte)

 

Continuando con este estudio sobre los motivos posibles por los cuales Dios permite el sufrimiento, llegamos al tercer punto.

ALGO HAY MALO EN MI.

A menudo cuando algo va mal llegamos a la conclusión de que Dios nos está castigando debido a algún pecado que hemos cometido. Eso no es necesariamente cierto. Tal como se ha indicado antes, mucho del sufrimiento que experimentamos se debe a que vivimos en un mundo que está dañado, y habitado por gente dañada por el pecado y por espíritus rebeldes.

Los amigos de Job pensaban que lo que le sucedía se debía a algún pecado cometido por él (Job 4:7-8, 8:1-6, 22:4-5, 36:17). Los discípulos de Jesús igualmente llegaron a esa misma conclusión errónea cuando vieron a un hombre ciego. Le preguntaron a Jesús si la condición del ciego era debida a su pecado o al de sus padres (Juan 9:1-2). Jesús les contestó que ni su pecado ni el de sus padres tenían nada que ver con ello (vs.3).

Con estos ejemplos en mente, debemos enfrentarnos con la verdad de que algunos sufrimientos vienen como consecuencia del pecado, pero otros son disciplina correctiva de parte de Dios hacia los que áma, o acciones de castigo sobre los rebeldes del universo.

CORRECCIÓN

Si tu y yo hemos puesto nuestra Fe en Cristo nuestro Salvador, somos  salvos, somos hijos de Dios. Como tales somos parte de la familia de Dios y tenemos un Padre amoroso que nos enseña y nos corrige. Él no es un Padre abusivo, sádico, que nos da una paliza porque obtiene algún tipo de placer de todo ello.

Hebreos 12 dice:

“Hijo mío, no desprecies la disciplina del Señor, ni te descorazones cuando eres corregido por Él; porque el Señor a quien ama disciplina, y azota a todo el que recibe por hijo. . . por otra parte tuvimos a nuestros padres terrenales que nos disciplinaban y los venerábamos. ¿Por qué obedeceremos mucho mejor al Padre de los espíritus, y viviremos? Y aquellos ciertamente por pocos días nos disciplinaban como a ellos les parecía, pero éste para lo que nos es provechoso, para que participemos de su santidad?” (vs. 5-6, 9-10).

A la iglesia de Laodicea, Jesús le dice:

“Yo reprendo y castigo a todos los que amo; sé, pues, celoso, y arrepiéntete.” (Apocalipsis 3:19).

El Rey David supo lo que es experimentar la disciplina del Señor por medio del amor correctivo del Señor. Después de su adulterio con Betsabé y sus planes perversos de asegurarse que su marido fuera expuesto a la  muerte en la guerra, David no se arrepintió hasta que el profeta Natán lo confrontó.

El Salmo 51 recuenta el desasosiego que David sufrió debido a su conciencia acusadora y su dolor por lo que había hecho, lo que le llevó al arrepentimiento sincero. Pero Dios no libró a David de las consecuencias de su horrible pecado. Es por esto y otras cosas que nuestro Padre celestial tiene que disciplinarnos, y lo hace por nuestro bien y por su Gloria. Dios es Santo y quiere que nosotros también lo seamos. Todavia estamos muy lejos de conseguirlo, pero seguimos en este batalla contra la carne, el mundo, y el diablo.

 

 

Santa Biblia, vs. Reina Valera

Why would a Good God allow suffering?


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