Pureza Sexual … LO QUE IRENE SE LLEVÓ

Saludos nuevamente a todos ustedes que defienden día a día su pureza sexual

Como incentivo adicional para que compráramos la casa, la corredora de bienes raíces nos dijo que venía equipada con todos los enseres del hogar y un sinnúmero de “extras” para supuestamente “facilitarnos la vida”.  Luego de mucho pensarlo y más orar, Solimar y yo decidimos dar el paso.  Eran los momentos de un trabajo que me consumía 16 horas al día y que me iba erosionando por dentro, porque el trabajo se había convertido en mi adicción favorita de esa temporada, para escapar de otras realidades.

En nuestra nueva casa, el lugar favorito de tertulia era la cocina, donde teníamos espacio para entretener a la gente y tomarnos el café.  Y entre todos los enseres de la casa, ninguno era más impresionante que aquella nevera, incluida en el precio de venta.  Lo que le faltaba a aquella nevera era hablar.  Más que nevera, parecía un carro.  Tenía diversas velocidades para sus múltiples funciones.  Si había que hacer hielo a mayor velocidad para una fiesta, pues apretabas un botón “turbo” para el hielo y tenías mucho más hielo en un abrir y cerrar de ojos.  Obviamente, el hielo podía salir en trozos grandes o picadito, según tu preferencia.  Ah, y la temperatura de la nevera era por secciones, así que podías apretar una sección para enfriar más el compartimiento de las frutas y menos el de los vegetales.

Si querías bloquear la función de servirte agua y hielo desde la puerta, podías hacerlo con otro botón para que los niños no estuvieran jugando con la nevera.  Si querías atenuar las luces de la puerta o apagarlas, también lo podías hacer, al igual que las luces interiores, que era tantas y tan diversas que el interior de la nevera parecía la pista de aterrizaje en un aeropuerto.  El filtro para el agua era otro componente importante y cuando el mismo estaba a punto de gastarse, la nevera te avisaba con una alarma y una señal de luz intermitente.  ¡Y ni hablar de las temperaturas del congelador!  Yo siempre pensé que sólo había una manera de congelar las cosas en una nevera:  ”Entre más frío, mejor…”

Todo el mundo que iba a casa, le encantaba la nevera y cuando le decíamos que no la habíamos tenido que pagar, le encantaba más.  Así, que nos sentíamos tan orgullosos de ella y con todas las cosas que ella hacía.  Pero todo eso cambió recientemente.  Con la llegada de la tormenta tropical “Irene” comenzaron unos fuertes apagones de energía eléctrica en Puerto Rico y con dichos apagones, vinieron las variaciones de voltaje hasta que, una buena mañana, la fastuosa nevera dijo, “no más”.

Al ver que todo se iba descongelando a pesar de apretar el botón “turbo” una y mil veces y poner la temperatura del congelador en lo más bajo posible, no nos quedó otro remedio que no fuera sacar todos los alimentos y llamar a un técnico, experto en neveras.  La malas noticias no se hicieron esperar.  El técnico nos dijo que estas neveras tan complejas tenían tarjetas similares a las computadoras y que esas variaciones de voltaje las quemaban.  Al enseñarme las entrañas de la nevera, todo olía a quemado y las tarjetas electrónicas habían pasado a mejor vida.  En resumidas cuentas, reemplazar las modernísimas tarjetas costaba más que comprarse una nevera nueva.  Sin presupuesto para tal inversión en medio de la tormenta, pues salí corriendo a comprar dos neveras plásticas de las que usualmente se llevan a la playa en Puerto Rico.

Así pasamos la tormenta y los días subsiguientes…  Con el transcurso de los días todos nos dimos cuenta en casa que no nos faltó el agua, el jugo y la leche fría; tampoco se echaron a perder las carnes ni los alimentos que tenían que estar congelados.  Por la mañana iba al mercado y compraba hielo para mantener los alimentos fríos y para las bebidas.  Hemos sobrevivido.  Lo mismo que hacía la super-nevera, lo hacían las dos neveras plásticas que compramos para solucionar el problema.

Entonces un día, hablando con el Señor, me di cuenta que El me estaba recordando algo sobre mi caminar de pureza sexual por medio de la nevera que se llevó “Irene”:  Antes, atado a la lujuria sexual, sólo me llamaban la atención las conductas sexuales complejas, rebuscadas y llenas de muchos estímulos visuales y sensoriales; conductas llenas de pornografía y sexo torcido.  Conductas que incomodaban a mi esposa y robaban la paz de nuestro lecho conyugal.

Así, me parecía a aquella moderna nevera, cubierta con mil complejidades, visualmente impresionante, pero incapaz de sobrellevar los vaivenes de electricidad en medio de la tormenta.  Es como si la complejidad que trae la búsqueda compulsiva por un sexo más torcido, te hiciera olvidar lo más básico: Que Dios no diseñó  nuestra sexualidad para que buscáramos placer propio como prioridad, sino para que pudiéramos dar y compartir amor en una relación bendecida por El.

Así pude ver que la función básica de ambas neveras –según el diseño de su fabricante– seguía siendo la misma, sin importar sus diferencias: enfriar y preservar los alimentos.  En esa función y conforme a su diseño, la nevera plástica no fallaba y nos ahorraba las complejidades y malos ratos de la nevera aquella que gratis nos llegó y que de gratis Irene se llevó.

¿Qué te quiero decir para cerrar hoy?  Pureza sexual siempre buscará lo más básico, lo más sano, lo más natural, lo más puro y lo más sencillo.  Si vives en una búsqueda desenfrenada de placer sexual lleno de complejidades, lleno de estímulos externos, lleno de otros estímulos sexuales en tu mente y en tu corazón, tal vez debes mirar de cerca la historia de las neveras de mi casa.  La plástica funciona siendo fiel a su diseño y cumple muy bien su función.  Aquella que tanto quería hacer, que tanto impresionaba con sus complejas funciones, se quemó en medio de la tormenta.

Por eso te pido que nunca te alejes de la pureza sexual, del diseño original de Dios para tu vida.  Esa pureza sexual, ese extraordinario obsequio de Dios, te llevará a un compartir donde amor puro –y puro amor– siempre sean la energía principal, aun en medio de las dificultades y los cambios; donde ese amor se manifieste sencillamente, de forma natural, sin extravagancias ni contaminantes que nublen el hermoso diseño de sexualidad que Dios puso dentro de ti.

Un abrazo,

Edwin Bello

Fundador

Pureza Sexual…  ¡Riega  la  Voz!


PD: Escucha el audio testimonio de Edwin Bello de cómo pudo vencer a la lujuria sexual.  Presiona pureza sexual para acceder.


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