Pureza Sexual … CUANDO EL SEXO NOS APRISIONA

Saludos nuevamente a todos ustedes que defienden día a día su pureza sexual

En meses recientes, el cine norteamericano ha estado exhibiendo la película titulada “127 horas”.  La misma trata sobre la increíble historia de Aron Ralston, un escalador que quedó atrapado dentro de una grieta en las montañas del Estado de Utah, cuando una enorme roca se deslizó y aplastó su brazo.

Durante cinco días, Aron hizo todo lo posible por liberarse de esta prisión natural.  Sin embargo, aún cuando tenía grandes habilidades para sobrevivir y era un experimentado hombre en ese tipo de ambiente, nada le funcionó.  Durante esos cinco días, Aron hizo todo lo que un hombre en tales condiciones extremas haría. Racionó su agua.  Utilizó sogas y otras herramientas para intentar levantar la roca y liberarse.  Preparó un asiento colgante para conservar energías.  Intentó desgastar la roca con un cuchillo.  Utilizó una cámara de video para grabar los eventos y no perder la calma.  Utilizó el sol como referencia y para calentar sus extremidades cuando sus rayos entraban en la grieta por un tiempo limitado durante el día.  Incluso, bebió de sus propios fluidos corporales para reciclar el agua de su cuerpo y detener el proceso de deshidratación.  Al final, ninguno de esto esfuerzos logró liberarlo.

Me imagino que te preguntarás:  ¿Qué tiene que ver la historia de Aron con la lujuria sexual?  Pues te contestaré que mucho.  Al igual que este escalador, el orgullo y la sobre confianza pueden nublar nuestro entendimiento al enfrentar a la lujuria sexual.  Este hombre se creía invencible.  Este hombre se sentía dueño de aquellas montañas y, por entender que las conocía como la palma de su mano, las subestimó.

Su orgullo lo llevó a irse de expedición solo y sin decirle a ningún ser querido, amigo o familiar a dónde iba. En su mundo solitario, nadie lo extrañaría.  Así ocurre con la persona atada a la lujuria sexual. Nos creemos en total control de nuestra atadura, cuando la verdad es todo lo contrario.  Pensamos que  nunca caeremos; que nunca seremos aprisionados; que nuestra vida nunca estará en peligro.  Así, la venda de nuestra altivez acabará cegándonos.

Una vez estemos ciegos, la lujuria sexual estará esperándonos con sus trampas de muerte.  ¿Sabes que ocurrirá?  No la veremos llegar.  La lujuria es astuta, sigilosa y paciente; sabe cuándo tender sus trampas para que el orgulloso caiga como el más inocente.

Como Aron, quedaremos atrapados bajo la roca porque confiamos en nuestro atrevimiento.  Pero, aún así, no perdemos la calma.  Como Aron, nos creemos muy sabios y experimentados.  Nos creemos con suficientes recursos como para levantar la roca de la lujuria sexual por nosotros mismos.

En nuestros adentros, pensamos que no necesitamos ayuda, que podremos salir adelante con nuestras habilidades.  Así, los días pasarán; nuestras fuerzas mermarán y nuestra confianza será también aplastada. En la soledad de la prisión, Aron y nosotros nos daremos cuenta poco a poco de nuestros errores.  ¿Por qué vine solo?  ¿Por qué no le dije a nadie hacia dónde me dirigía? ¿Por qué no traje más alimentos o más agua?

De igual manera, nos daremos cuenta de los trucos de la lujuria sexual.  Podremos ver desde nuestra prisión cómo fuimos engañados.  Repetimos las conductas sexuales que nos satisfacían tantas veces sin ser atrapados, sin ser expuestos públicamente, sin que nuestras máscaras cayeran al piso, que pensamos que nuestra conducta nunca tendría consecuencias.

Y también, muchos de nosotros hemos tenido que estar en esa profunda fosa que primero fue trampa y que en medio de la crisis comenzó a asemejarse más a una tumba. La lujuria sexual siempre tuvo la misma agenda:  robarnos, matarnos y destruirnos.  Y finalmente, cuando nuestro orgullo quedó destrozado, cuando todas nuestras fuerzas fueron doblegadas y contadas como inútiles, lo único que nos quedó fue, como Aron, llorar y gritar al cielo por ayuda en medio de la desesperación.

Entonces, ahí, podremos entender lo que es verdadera libertad.  Nos daremos cuenta que la lujuria sexual no liberta, porque su misión es aprisionarnos.  Nos daremos cuenta que allá arriba en la vasta inmensidad del cielo, donde el águila vuela, podremos ser verdaderamente libres.  Nos daremos cuenta que libertad conlleva humildad; conlleva confiar y pedir ayuda a otros; conlleva reconocer que no siempre podremos enfrentar la vida solos.

Es en este momento de momentos que necesitaremos fuerzas sobrenaturales.  Nos daremos cuenta que, en medio de la encrucijada que nos pone a escoger entre la vida o la muerte, sólo asumiendo una postura radical y extrema podremos alcanzar la libertad.  Al igual que el hombre o la mujer que se encuentran atrapados y esclavizados por la lujuria sexual, nos daremos cuenta de que no sobreviviremos si pretendemos mantenernos unidos a este enemigo.

El problema es que sentimos a la lujuria sexual tan cercana, tan nuestra, que la vemos como parte de nosotros, como algo que no estamos dispuestos a dejar ir; así como uno de nuestros brazos.   Al final de esta jornada, tendremos que escoger si vivimos o morimos.  Si dejamos que la deshidratación del pecado sexual nos seque; si permitimos que la gangrena espiritual se apodere de todo nuestro ser, moriremos unidos a la lujuria sexual.  Pero si nos atrevemos a amputar de nuestra vida a este enemigo con violencia, con convicción, habremos ganado la batalla.  Viviremos.

Pido a Dios que, si te encuentras atrapado bajo la roca de la lujuria sexual, tu decisión sea vivir. Desprenderte de la lujuria sexual causará dolor.  Romper con ella es como romperte varios huesos; pensarás que vas a morir, que no hay forma que puedas cortarte una parte tan tuya, tan íntima y personal como esa asociada a todas tus conductas sexuales desviadas de la vida pura que Dios tiene para ti.  Pero es la única manera en que vivirás.

¡Atrévete a ser radical!  ¡Atrévete a tomar la navaja de tu convicción por una vida pura y corta a la lujuria sexual de tu ser!  Sólo así podrás ser liberado.  Sólo así podrás dejar atrás el enorme peso de la roca que te aprisionó y que pretendió matarte.  La verdad es que el costo de la libertad es grande, pero su recompensa es vida plena.

Un abrazo,

Edwin Bello

Fundador

Pureza Sexual…  ¡Riega  la  Voz!


PD: Escucha el audio testimonio de Edwin Bello de cómo pudo vencer a la lujuria sexual.  Presiona pureza sexual para acceder.


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