Pureza Sexual … ¿HUELES A PUREZA, O HUELES A PECADO?

Saludos nuevamente a todos ustedes que defienden día a día su pureza sexual

¨Y estando Él en Betania, sentado a la mesa en casa de Simón el leproso, vino una mujer con un frasco de alabastro de perfume muy costoso de nardo puro; y rompió el frasco y lo derramó sobre la cabeza de Jesús.”  Marcos 14:3

El fin del perfume es impactar con su fragancia. La calidad del perfume se determina por su pureza. Entre más puro sea el perfume, más valioso será. Y ningún ejemplo puede ser mejor para evidenciar lo que un perfume debe ser que lo ocurrido con aquella mujer en casa de Simón. ¿Sabes que esa mujer es la misma que en Lucas 7:36-38 se le llama “pecadora”?

Esa mujer tenía una brasa que ardía en su pecho; una decisión que no iba a descartar por nada ni por nadie.  A la vista de muchos, aquella mujer no tenía nada de puro en su vida, nada de valor, salvo aquel frasco de alabastro, lleno del más puro y caro perfume de nardo.

Y ante los ojos asombrados del pueblo de Betania, aquella mujer pecadora tuvo el “atrevimiento” de entrar a la casa de un Fariseo, sin ser invitada, en medio de la comida, cuando Jesús estaba sentado a la mesa. No hace falta mucha imaginación para pensar en todos los adjetivos que saldrían por la boca de los que observaban: “desfachatada”, “atrevida”, “sin vergüenza”, “carifresca”, “entrometida” y muchos más. Pero ningún insulto iba a detener a aquella mujer. Ella vino decidida a llegar hasta los pies de Jesús.

Observa detenidamente aquel frasco de alabastro que ella abraza con todo su ser. ¿Cuánto le habría costado aquel puro perfume? ¿Qué sacrificios tuvo que hacer para conseguirlo y llegar allí? No lo sabemos. Pero sí sabemos que se trataba de un perfume de alto costo y exquisito aroma por su pureza. Y allí, postrada ante los pies de la Pureza hecha carne, una pecadora rompió su frasco de alabastro para ungir al Ungido.

Y ante las críticas y censuras de un pueblo, Jesús se levantó para proteger el gesto de aquella mujer. Sólo necesitaría dos palabras: Amor y Perdón. Mucho podemos aprender de aquella mujer “pecadora”. ¿Nos atreveríamos a llegar hasta Jesús, ante las censuras, insultos y obstáculos de todo un mundo que se vuelca contra nosotros? ¿Permitiríamos que nuestros pecados nos paralizaran, nos impidieran llegar al Único que tiene el poder para perdonarnos?

¿Y cómo está la medida de nuestro amor para el Salvador? ¿Lo amamos tanto como tanto Él nos ha perdonado? ¿Se parece nuestra vida al puro perfume de nardo de aquella mujer movida por la braza de un amor y gratitud incontenibles? Y es que todas estas preguntas tienen que ver con nuestro encuentro con Jesús en la eternidad. Porque un día llegaremos a Sus pies, luego de obstáculos y censuras. Allí llegaremos y, en nuestras manos, el frasco de perfume de nuestra vida entera será roto y su fragancia será esparcida frente al trono celestial.

Recuerdo cómo olía mi frasco de alabastro 13 años atrás.  No había nada de puro y especial en su fragancia.  Por el contrario, de aquel frasco emanaba un olor ofensivo, repugnante que nadie podía soportar.  La lujuria sexual había contaminado la pureza de mi fragancia y lo más triste era que de tanto respirar aquel hedor, me había acostumbrado a él y ya ni me molestaba.  Una vez que permití que el alabastro de mi fragancia pura fuera dañado, no me importó seguir añadiendo lujuria sexual a aquel perfume de inmundicia.

Por esto es que tengo que preguntarte: ¿A qué olerá tu fragancia en ese momento de momentos, cuando te presentes ante el Rey de reyes y Señor de señores? ¿Será una fragancia pura, inmejorable y digna de admiración, o será un olor degradado y contaminado por un mundo que ha descartado la pureza? Guarda con celo tu perfume y tu frasco de alabastro; guárdalos como el mayor tesoro, porque un día, cuando todo tu caminar terrenal haya pasado, esa será tu única posesión. ¡Vive para que ese perfume sea el más puro, el más digno, el mejor regalo para ungir a tu Salvador cuando estés postrado ante El!

Y recuerda algo más: Antes de tu cita divina, dejarás un poco de tu fragancia como herencia a tus hijos, a tus nietos, a esta generación que se levanta.  ¿Cómo querrás ser recordado? ¿ Como aquel padre, aquel hombre que vivió una vida contaminada con el pecado, que vivió una cristianismo a medias, y eso mismo dejó para sus hijos, para que ellos también olieran y fueran impregnados con el hedor de la lujuria sexual?  ¿O querrás dejar un legado de pureza, una fragancia incorrupta que les recuerde a tus hijos mientras vivan que su padre no se dejó esclavizar por un mundo obsesionado con el sexo?  ¡Espero y declaro que decidas bien! ¡Porque tu decisión te llevará a una eternidad con Dios o apartada de Él!

Un abrazo,

Edwin Bello

Fundador

Pureza Sexual…  ¡Riega  la  Voz!

PD: Escucha el audio testimonio de Edwin Bello de cómo pudo vencer a la lujuria sexual.  Presiona pureza sexual para acceder.


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