¿Qué haré de Jesús?

(Jesús dijo:) Yo soy la luz del mundo; el que me sigue, no andará en tinieblas, sino que tendrá la luz de la vida. – Juan 8:12.

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En 1961 se encontró, en las ruinas del teatro romano de Cesarea Marítima, un zócalo que lleva los nombres de Tiberio y Poncio Pilato. Actualmente en Jerusalén, puede leerse en él:

TIBERIEVM… (Tiberio)
[PONT] IVS PILATVS… (Poncio Pilato)
[PRAEF] ECTVS IVDA… (Gobernador de Judea).

La existencia de Pilato no sólo es atestiguada por la Biblia. Además, Josefo y Cornelio Tácito lo mencionan como alguien cruel y cínico. Pilato fue el gobernador romano de Judea en los años 26 a 36. Fue él quien condenó a Jesús a muerte. Sin embargo, sabía que Jesús era inocente y que la gente lo había entregado por envidia (Marcos 15:10). Pero tuvo miedo de la multitud, y quizá también de perder su posición, por ello prefirió acallar su conciencia y matar a un inocente.

Nosotros no estamos en la posición de Pilato, pero todos tenemos que responder a su pregunta: “¿Qué, pues, haré de Jesús, llamado el Cristo?” (Mateo 27:22). No es un punto secundario, sino el punto central de la vida para todo hombre. En efecto, Jesús no es sólo un sabio, sino aquel que fue anunciado en el Antiguo Testamento y que debía venir para el bien de los hombres. Es el Hijo de Dios.

“¿Qué… haré de Jesús?”. En realidad, sólo hay dos respuestas posibles: eludo la pregunta y rechazo a Jesús, como lo hizo Pilato, o recibo a Jesús confiando en él. Entonces todo cambia: el sentido de la vida para el presente y para la eternidad.