Reseña: ¿Dios tornó el mal en bien?

Dr. Mauro Meister

Dr. Mauro Meister

Esta semana llegó al seminario el último volumen de la revista teológica Fides Reformata, publicada por el Centro de Post-Graduación Andrew Jumper, de la Iglesia Presbiteriana de Brasil. En esta revista regularmente escriben algunos de los doctores que enseñan en esa institución. La edición que me llegó trae un artículo escrito por el Dr. Mauro Meister, especialista en Antiguo Testamento y lenguas semíticas, llamado “¿Dios tornó el mal en bien? Una evaluación de la traducción de Génesis 50.20.” Por ser un artículo que habla de las traducciones en portugués no toma en cuenta nuestras traducciones, pero sin dudas nos ayuda a entender la idea del autor al citar las palabras de José. A continuación dejo una pequeña reseña del artículo.

El artículo comienza haciendo una evaluación de las teorías de traducción. El autor afirma que toda traducción tiene algo de interpretación y muestra las diferencias entre la traducción literal y la libre, afirmando que las traducciones en portugués obedecen a uno de estos dos modelos. Toda traducción va a estar sujeta a presupuestos y conclusiones teológicas. Y muestra esto analizando las distintas traducciones del conocido texto de Gén. 50.20. Existen traducciones que para una misma palabra en hebreo usan traducciones distintas. Otras repiten la traducción. En español sólo encontré traducciones que cambian la traducción. Por ejemplo la Reina Valera de 1960 usa pensasteis y encaminó, la Biblia de las Américas usa pensasteis y tornó, la Nueva Versión Internacional usa pensaron y transformó. En portugués, la versión Almeida de 1819 usa pensasteis y pensó. ¿Encaminó, tornó y transformó son palabras que nos ayudan a entender plenamente el sentido del texto? El autor reconoce que la palabra hebrea puede tener muchos significados y que su uso dentro del libro tampoco nos ayuda, entonces sugiere que sea el contexto histórico y teológico quien nos diga como traducir.

La historia de José comienza en el capítulo 37 de Génesis y los principales hechos de la historia están relacionados con la salvación de la familia de su padre, Jacob, en medio de un periodo de hambruna. La narrativa comienza con el rechazo de José por sus hermanos, después habla de la ascensión de José en el gobierno de Egipto, va para la reconciliación con sus hermanos y termina con la familia bendecida en Egipto. Es claro en el texto, dice Meister, que el deseo de los hermanos contra José era pecaminoso, tanto así que decidieron venderlo como esclavos. Después de eso los hermanos desaparecen de la narrativa. Ellos aparecen reconciliándose con José después de una prueba. Ante el reconocimiento del pecado, José trae una palabra de consuelo que muestra como él entendía todo lo que había pasado. Génesis 45.1-8 dice:

No podía ya José contenerse delante de todos los que estaban al lado suyo, y clamó: Haced salir de mi presencia a todos. Y no quedó nadie con él, al darse a conocer José a sus hermanos. Entonces se dio a llorar a gritos; y oyeron los egipcios, y oyó también la casa de Faraón. Y dijo José a sus hermanos: Yo soy José; ¿vive aún mi padre? Y sus hermanos no pudieron responderle, porque estaban turbados delante de él. Entonces dijo José a sus hermanos: Acercaos ahora a mí. Y ellos se acercaron. Y él dijo: Yo soy José vuestro hermano, el que vendisteis para Egipto. Ahora, pues, no os entristezcáis, ni os pese de haberme vendido acá; porque para preservación de vida me envió Dios delante de vosotros. Pues ya ha habido dos años de hambre en medio de la tierra, y aún quedan cinco años en los cuales ni habrá arada ni siega. Y Dios me envió delante de vosotros, para preservaros posteridad sobre la tierra, y para daros vida por medio de gran liberación. Así, pues, no me enviasteis acá vosotros, sino Dios, que me ha puesto por padre de Faraón y por señor de toda su casa, y por gobernador en toda la tierra de Egipto.

Es obvio, dice el autor, en la explicación dada por José “que él entendía que el acto de los hermanos no precedía ni excluía la soberanía, la voluntad, el propósito y la providencia de Dios al enviarlo para Egipto”.

El traductor debe ser sensible a esto y traducir el texto de forma que no parezca que existen dos planes y que Dios tiene que remediar algo que aconteció. Esa es la idea que pasan palabras como tornó y transformó.

En la conclusión Meister afirma “No cabe al traductor huir del sentido del todo. La pregunta inicial hecha en el título del propio artículo necesita ser respondida de forma negativa: ¿Dios transformó el mal en bien? No! La providencia de Dios encaminó todos los hechos para que el bien fuese hecho, aunque la intención de aquellos que fueron los agentes de la acción (los hermanos de José) fuese mala. Así, la traducción más antigua de Almeida, que tradujo la palabra hebrea de manera más consistente (pensaste/pensó), habiendo seguido la influencia de la teología del texto, trajo al lector la claridad pretendida por el autor: Dios es soberano sobre las acciones de los hombres.”

El autor muestra que un caso similar es relatado en Hechos 2.22-24, donde Pedro afirma que es el agente primario, aquel del “determinado consejo y anticipado conocimiento” es Dios, que los israelitas son los agentes secundarios que mataron a Jesús por medio me agentes terciarios: “las manos de inicuos”, que son los oficiales romanos.

Estos textos no presentan un “caso de planificación humana usada por Dios, sino que una planificación divina ejecutada por manos humanas”.

Este artículo es una excelente demostración de cómo debemos usar los contextos histórico y  teológico en la traducción e interpretación de la Escritura para que podamos traer el significa más claro del texto a nuestro entendimiento.

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