Terminó la Semana Santa y hemos celebrado nuevamente la muerte y resurrección de nuestro amado Rey y Señor Jesucristo. Muchos hemos aprovechado la ocasión para descansar, relajarnos de un mundo ajetreado. Algunos aprovecharon para hacer ministerio en otros países. En general todos inmersos siempre en la idea del cristianismo, en éstas fechas cargado en la TV de películas y más. En lo particular descansamos visitando a la familia y celebramos un domingo más de resurrección con un profundo mensaje sobre “Cómo es el cuerpo resucitado” que ha venido a confirmar mis ánimos de continuar en pro de la excelencia de vida que Jesús ofrece, aquí y para la eternidad.
pues bien, la semana terminó, recordamos otra vez que Jesucristo resucitó… y ahora qué? Te imaginas la actitud de los apóstoles cuando vieron a su Maestro subir a los cielos y una vez desaparecido, se vieron a la cara … ¿y ahora qué?. Supongo que Pedro o algún otro debió sobresalir recordando todo lo que les había pasado, contando cada uno su propia y la misma historia: ¡conocieron al Mesías!, entendieron su mensaje (nublado en parte todavía en sus días y aclarado totalmente por el apóstol Pablo) y participaron de su amor. Ahora había que llevar el mensaje a otros, los muchos necesitados y quebrantados lo esperan todavía. ¡Vamos ahora! . La promesa de Jesús fue estar “todos los días con nosotros” hasta el fin. Levántate con nuevos ánimos pues ¡Jesucristo vive! Celebra y comparte su mensaje…
“Pero de ninguna cosa hago caso, ni estimo preciosa mi vida para mí mismo, con tal que acabe mi carrera con gozo, y el ministerio que recibí del Señor Jesús, para dar testimonio del evangelio de la gracia de Dios”: Hechos 20:24.
Bendiciones,
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