SALMO 119. H. EXAMINAR

He resuelto, Señor, que mi herencia
sea observar tus palabras.
Busco denodadamente tu rostro,
apiádate de mí según tu promesa.
He examinado mi proceder,
para retornar a tus preceptos.
Me doy prisa, no difiero
la observancia de tus mandatos.
Los lazos de los malvados me envolvían,
pero no olvidé tu ley.
A media noche
me levanto para darte gracias
por tus justos mandamientos.
Soy amigo de quienes te respetan.
de los que guardan tus decretos.
Señor, de tu amor está llena la tierra:
enséñame tus normas.


La palabra examinar ha centrado mi atención. En la vida es necesario pararse y proceder a un examen, ver qué estoy haciendo, valorar si estoy marchando en la dirección correcta. El examen me concede una información valiosa, aunque en ocasiones dolorosa, que me permite hacer las rectificaciones necesarias.

Al leer este salmo me he sentido desafiado y motivado a darle más importancia al examen, la reflexión y la evaluación en mi vida, a hacer de ello un hábito cotidiano que me permita asegurarme que estoy en lo correcto y voy, como decía antes, en la dirección correcta.

Soy consciente que todo a mi alrededor juega en contra mío. Que vivo en un mundo frenético e irreflexivo en el que cuenta más la velocidad a la que voy que la dirección en la que voy. Soy consciente que debo ser intencional en introducir primero, y mantener después, la reflexión como una prioridad.

La palabra de Dios me ofrece los instrumentos de evaluación, los valores, prioridades y dirección a la luz de la cual proceder a examinar mi vida.

Un principio

El examen de la vida nos provee de valiosa información.

Una oración

El conocimiento de las buenas noticias en Italia.


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