el camino de tus estatutos
y lo seguiré hasta el final.
Enséñame a cumplir tu voluntad
y a observarla de todo corazón.
Encamíname por la senda de tus mandatos,
porque en ella me deleito.
Inclina mi corazón hacia tus preceptos
y no a ganacias injustas.
No dejes que mis ojos se fijen en la mentira,
reanimame en tu camino.
Mantén a tu siervo la promesa
porque te reverencio de verdad.
Aleja el ultraje que me aterra;
pues tus mandamientos son buenos.
Mira como deseo tus decretos;
con tu justicia dame vida.
Mi vista, nada más comenzar a pensar, se ha ido a las primeras líneas de la estrofa y a la expresión, seguir hasta el final. Me ha hecho meditar acerca de lo fácil que es comenzar y lo complicado que es acabar y, además, acabar bien.
La Biblia está llena de personajes que después de un buen comienzo acabaron mal. Estoy convencido que no era su propósito ni intención pero, por diferentes y variadas razones, no pudieron llegar hasta el final y acabar bien.
Siento que lo mismo puede suceder con mi vida y la de cualquier otro seguidor de Jesús. La intención y el deseo están ahí, pero no podemos, de ningún modo, afirmar que vamos a tener las fuerzas y la capacidad.
Es por eso que me doy cuenta de la importancia del contexto comunitario para apoyarnos y sostenernos, también para poder rendir cuentas y no sentirnos por encima del bien y del mal. Necesitamos un contexto comunitario, no para que nos juzgue y hunda en el momento de debilidad y vulnerabilidad, antes al contrario, para que nos sostenga y nos ayude a seguir adelante.
Necesitamos ayuda para asegurarnos que acabamos bien.
Una oración
Gente a nuestro alrededor que nos ame, apoye y sostenga.
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