ni mis ojos altaneros;
no persigo grandezas
ni prodigios que me superan.
Calmo y silencio mi anhelo
como un niño junto a su madre,
como un niño junto al Señor.
¡Espere Israel en el Señor,
ahora y por siempre!
Hace un par de meses un amigo me indicaba la tranquilidad con la que sus hijos afrontan el futuro. No tienen miedo de qué pasará. Están seguros que su papá está ahí y que proveerá para todas sus necesidades. Ni tan sólo se les ha pasado por la cabeza que pudiera ser de otra manera.
Al leer las palabras del salmo ha venido a mi mente esa conversación y me ha hecho pensar cómo me siento yo con respecto al presente y al futuro. Me preguntaba si puedo sentirme como un niño en brazos de su madre con todo lo que ello implica. Pero lo cierto es que así es como me invita el poeta a sentirme, descanso, relajado y protegido.
En Dios hay la seguridad de una madre.
Deja una respuesta