Salvado Gracias a una Biblia Robada.

Si el Hijo os libertare, seréis verdaderamente libres.Juan 8:36.

Pedid, y se os dará; buscad, y hallaréis; llamad, y se os abrirá.Lucas 11:9.

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Verano del 2001, cárcel de Bullington, Inglaterra. Tony A., un creyente, cumplía una pena de quince meses por homicidio involuntario. Estaba desanimado. Cierto día, mientras leía su Biblia, un preso llamado Darren B. entró en su celda. Sorprendido, Tony escondió su Biblia debajo de la almohada, pero Darren vio su gesto y lo acosó con preguntas hasta que Tony le dijo que estaba leyendo su versículo preferido: Juan 8:36. Molesto por la reserva de su compañero, Darren se fue.

Tres días después regresó con una gran sonrisa y explicó lo siguiente a Tony: –Fui a la capilla para buscar una Biblia. Parecías tan misterioso en cuanto a lo que leías en tu libro, que yo también quise leerlo. Le pedí una Biblia al capellán, pero como debió pensar que yo iba a utilizar sus hojas para envolver cigarrillos, no quiso dármela. Entonces, mientras no me veía, le saqué una y la escondí debajo de mi chaleco.

–¡No me digas que te atraparon! –Sí, me registraron y la encontraron; luego me pusieron en cuarentena durante veinticuatro horas. –¡Lo siento! –No te preocupes, pues no encontraron la otra, la que había escondido en mi pantalón, dijo Darren, con los ojos brillantes. Así que tuve algo que hacer durante mi aislamiento. Quería encontrar la frase de la que me hablaste, pero no sabía en dónde estaba. Me pareció que habías dicho Santiago o Juan, pero yo nunca había abierto una Biblia.


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