Superpornografía, ahora disponible para adolescentes

Los muchachos de hoy en día, tienen acceso a pornografía súper-estimulante que puede ocasionarles disfunción eréctil, ansiedad social y otros problemas.

Hace 5 años, una cantidad ilimitada de videos impactantes, explícitos y gratuitos, estuvieron al alcance de los más hábiles usuarios de internet que contaban con conexión de alta velocidad. Lamentablemente algunos de los genios de la computación de este planeta, son adolescentes, (o sus amigos lo son). En esta época, enviarse videos pornográficos es una actividad social muy común.

Algunos de esos videos son tan extremos que escandalizan hasta a los padres más liberales. De acuerdo con el siquiatra Norman Doidge en su libro The Brain That Changes Itself, (El cerebro que se cambia a sí mismo), la pornografía crece de una forma más acelerada en esta época, ya que los espectadores de pornografía se habitúan al material que ven. Nos referimos a la pornografía súper-estimulante, que en lugar de dar más satisfacción, entorpece la capacidad de respuesta al placer del cerebro. Entonces el espectador necesita algo mucho más impactante para poder excitarse – lo cual la industria de la pornografía inmediatamente proporciona. ¿Quién se va a emocionar jugando PacMan, cuando se ha pasado un buen tiempo entre Grand Theft Auto y Halo 3?

La pornografía extrema es un problema en aumento. Mientras más novedoso, alarmante, prohibido o repugnante sea un video, más emocionante se vuelve el poder pasárselo de unos a otros, y más estimulante se hace para el cerebro de quien lo ve (específicamente los circuitos del sistema de recompensa o sistema límbico). Es entonces cuando el clímax refuerza el “valor” del material que da lugar al clímax, pues irónicamente el cerebro reconoce una actividad como más “valiosa” o digna de repetirse, mientras más dopamina genere. Así pues, los cerebros de los jóvenes están enviando órdenes para ponderar materiales que les sacuden el cerebro, situaciones para las cuales, en la mayoría de los casos, nada de lo que han vivido les ha preparado. El flujo constante de nuevo material mantiene altos los niveles de dopamina en los circuitos del sistema límbico, mientras el ciclo de constante visualización, refuerza la enseñanza de que esas imágenes son valiosas e importantes. La Norepinefrina que se libera en respuesta a las impactantes imágenes también parece reforzar este aprendizaje.

Mientras que los videojuegos también inundan el cerebro con dopamina, es evidente que el contenido sexual activa aspectos adicionales en los circuitos del sistema límbico del cerebro. A medida que los jóvenes maduran, las sensaciones e imágenes sexuales se imponen sobre las emociones de los videojuegos.

Los cambios en el cerebro que siguen a la estimulación constante pueden tener efectos sorprendentes. Hombres jóvenes han comentado con distintos consejeros que sus gustos sexuales a veces cambian en direcciones inesperadas y que se vuelven menos sensibles al coqueteo usual con una mujer.

Desde que comencé a compartir las correlaciones que el hombre está descubriendo entre pornografía extrema en internet y síntomas tales como disfunción eréctil y ansiedad social, me he enterado que personas cada vez más jóvenes están lidiando con estos problemas. (Como un dato adicional, las personas que de alguna forma evitan la estimulación pornográfica, parecen no enfrentar problemas de disfunción eréctil). Por ejemplo:

Espero poder recuperarme y poder llegar a excitarme más con las chicas a mí alrededor. Me he vuelto loco pensando que mi vida sexual está acabada, tengo 15 años y practico la masturbación desde los 12. Todo comenzó como simples videos pero ahora me he visto envuelto en cosas cada vez más y más extremas. …¿Me pueden enseñar por favor, cuáles son los pasos básicos que debo dar para recuperarme?… Tengo que saberlo para que mi mente pueda calmarse y me pueda sentir confiado. ¿Me habré causado algún daño permanente? ¿Si logro dejar la pornografía para siempre, podré mantener una erección cuando tenga actividad sexual en el futuro; o me tocará lidiar con problemas de disfunción eréctil?

La ciencia no ha investigado ni verificado las respuestas a esas preguntas. En primer lugar, ¿Cómo podría un científico reclutar para un estudio adolescentes vírgenes involucrados en ver pornografía, de manera legal? En segundo lugar, ¿quién intencionalmente, querrá exponer a sus hijos a sobre-estimulación anormal, a ver videos eróticos solo para investigar lo que sucede en sus cerebros? ¿Qué pasaría si un experimento así realmente provocara daño en el cerebro? La verdad, nadie está llevando un control de la forma en que tales videos extremos muy sutilmente están cambiando la sensibilidad del cerebro y por ende alterando la libido y los gustos sexuales conforme pasa el tiempo.

Si un hombre ha estado viendo videos pornográficos desde la adolescencia, ¿cómo podría saber si su respuesta (o la falta de ella) ante posibles parejas, sus gustos aberrantes, o sus ganas de masturbarse son normales para él? No tiene nada con qué poder hacer una comparación. El sexólogo Jakob Pastötter nos da un ejemplo de cómo la pornografía modela la percepción:

Cuando Kinsey hizo su famoso estudio sobre la sexualidad de los estadounidenses en los años 40, ni siquiera los hombres homosexuales practicaban las relaciones anales con frecuencia. El primer cambio ocurrió durante los años 70 en el ámbito homosexual, y después, especialmente bajo la influencia de la pornografía gonzo*, y también se presentó en ámbitos heterosexuales. De pronto, el sexo anal parece haberse convertido en una práctica bastante común. Y en ese sentido, consejeros sexuales informaron que no hace mucho tiempo tuvieron en sus consultorios a jovencitos preguntando “¿Cómo puedo convencer a mi novia a tener sexo anal?” Luego, unos años más tarde llegaron las primeras jovencitas preguntando “¿Cómo puedo convencer a mi novio para NO tener sexo anal?” En la actualidad, las jovencitas vienen preguntando “¿Qué medicamento puedo utilizar para que no me duela tanto?” Todo esto en un lapso de tiempo de apenas quince años, lo que comenzó cuando el sexo anal se incluyó en la pornografía como una variante normal del acto, a mediados de los años 90 aproximadamente.

Hoy en día, no es nada extraño para los jóvenes quedar atrapados en situaciones como la auto-asfixia erótica**, el sadomasoquismo o la violación pornográfica. Publicaciones de psicólogos relatan historias de jóvenes heterosexuales que desarrollaron obsesiones trastornadoras cuando se volvieron insensibles a las imágenes “simples” – y entonces sintieron una intensa y penetrante ansiedad que llegó a poner en peligro sus relaciones de la vida real.

¿Qué pueden que hacer los padres?

La mayoría de los padres cruzan sus dedos cuando recuerdan sus propios encuentros con Playboy y esperan que sus hijos puedan resolver el asunto por sí solos.

Pero la pornografía de hoy no tiene el nivel de Playboy. Son vídeos, por lo que el espectador puede fácilmente imaginarse ser parte del film –especialmente en los modernos y sugestivos videos estilo gonzo, en donde los actores mismos sostienen las cámaras. Siempre es una novedad, y no hay límites sobre cuánto se puede ver. En otras palabras, no todas las masturbaciones son iguales.

La masturbación basada en imaginar un contacto afectivo con una posible pareja real, es suficientemente estimulante, especialmente para un adolescente. Pero la masturbación basada en estímulos impactantes, que gradualmente entorpecen el cerebro, pueden cambiar las prioridades del espectador y llevarlo más allá de una posible pareja real.

Los padres de familia necesitan instruir a los jóvenes para que eviten la pornografía en internet tanto como sea posible, y explicar por qué. Incluso si la ciencia se está quedando atrás en cuanto a investigaciones confiables, la evidencia de anécdotas respecto a los riesgos por la pornografía en internet va en aumento. También, cada vez se evidencian más los beneficios inconfundibles que existen al dejar el consumo de pornografía.

Y entonces, ¿Qué les dices a tus hijos?

  1. Decídete por una ideología radical. De la misma manera que nosotros estamos nos oponemos totalmente al consumo de la pornografía y a la masturbación, hay otros psicólogos y consejeros en Internet o en la TV, que los animarán a practicarlo como algo sano. Si no te has decidido por qué ideología vas a enseñarle a tus hijos acerca del consumo de pornografía, alguien más ya lo decidió por ti, y lo está comunicando con eficacia a ellos; y lamentablemente, en esto no hay puntos medios o conciliatorios: o estás a favor o en contra de permitir que tus hijos vean pornografía.
  2. Tolerancia con sus errores. Ser radical no significa ser intolerante ni perfecto. Reconoce que tus hijos van a fallar (de la misma manera que tú y yo hemos fallado en nuestra santidad personal). Piensa desde ahora cómo vas a mostrar misericordia y cómo vas a animarlo a intentarlo una vez más, para que no cometa los errores que cometimos en nuestra generación.
  3. Cuenta tu experiencia. Probablemente te atemorice que tu hijo te pregunte si cuando eras adolescente te masturbabas y veías pornografía. No hay mejor respuesta que la honestidad; explica las consecuencias que te ha tocado pagar por ello, no temas perder el respeto de tu hijo, sino que crearás ese lazo de confianza con un adulto que lo ama, que él tanto necesita.
  4. Hablar sobre la intensificación del problema. Señala que nuestros cerebros generalmente están calibrados para que los genitales logren niveles normales de estimulación y excitación. Una vez que nos involucramos en nuevos umbrales de estimulación (el súper porno, prácticas sexuales riesgosas como el sexo anónimo, o los juguetes sexuales de estos tiempos), corremos el riesgo de hacer que nuestros cerebros temporalmente sean menos sensibles a estímulos más sutiles y comunes.
  5. La pornografía no es realista. Explícales que la satisfacción de la pareja no depende de una impresionante erección o de otras características de una estrella pornográfica. Tampoco es cierto que el placer de un hombre se base en implantes de senos, o en la degradación sexual de su pareja. Ayuda a preparar en la mente de tu hijo, desde la adolescencia, una imagen sana sobre su sexualidad.
  6. Habla con equilibrio. Necesitas ser muy franco y llamar a las cosas por su nombre, pero tampoco busques a tu hijo al terminar de leer este artículo, para darle una tonelada de información sexual que no necesitaba, y que tu conversación no le empuje a ir a buscar a Internet términos pornográficos que antes no conocía. Explica a lo que ahora se enfrenta en el Internet, pero que lo más importante sea tu punto de vista acerca de la santidad, de Dios, y de su hombría.
  7. La masturbación no es la medicina para el estado de ánimo ideal. Debido a que el clímax ofrece un alivio temporal, parece ser una cura para la ansiedad. Los jóvenes pueden fácilmente adquirir el hábito de masturbarse para mantener su humor bajo control. Lamentablemente, clímax demasiado frecuentes pueden ocasionar tensión aún más fuerte durante los días siguientes. Los jóvenes necesitan otra forma de controlar sus emociones. Actividades tales como deporte en equipo, ejercicio intenso, interacción con amigos de confianza, contacto con la naturaleza, contactos afectivos sanos como abrazos y palmadas, las actividades creativas, el tiempo devocional y el servicio al prójimo, han demostrado ayudar a reducir el estrés y/o controlar el ánimo – y posiblemente se deba a que mejoran el equilibrio cerebral.
  8. Evita amenazarlos y avergonzarlos. Ya que las actividades riesgosas liberan extra adrenalina y dopamina en el cerebro, y por lo tanto, paradójicamente, se perciben como más “valiosas.” Las amenazas de un castigo futuro y advertencias en contra del “pecado” más bien aumentarán el poder de la pornografía como un estimulante en exceso para el cerebro, por lo que no es de extrañar los posteriores atracones de pornografía.

La investigación muestra que una fuerte relación de apoyo entre padres e hijos, puede proteger a los jóvenes contra comportamientos riesgosos. Así pues, ya sea que los consejos anteriores te resulten útiles o no, debes encontrar una manera de hablar con tus hijos acerca de la pornografía de esta época, sin amenazarlos ni avergonzarlos. Anima a tus hijos a hacerte preguntas. Acepta que en última instancia, serán ellos quienes tengan que tomar sus propias decisiones ante Dios. Todo lo que puedes hacer es darles información sólida, instrucción bíblica, apoyo amoroso y un ejemplo saludable. Quizás éso sea lo único que tus hijos necesiten para avanzar en la ruta de la pureza sexual.

Te invitamos a leer material adicional en este enlace.

* La pornografía gonzo es un género de cine pornográfico que intenta involucrar al espectador directamente en la escena sexual. El término alude al “periodismo gonzo” en el que el reportero es parte de la noticia. Por analogía, la pornografía gonzo coloca al operador de la cámara directamente en la acción, hablando con los actores o siendo él uno de los actores, sin separarse del cine pornográfico convencional.

** La auto-asfixia erótica es la práctica cada vez más común entre los adolescentes, de masturbarse mientras artificialmente se impiden a sí mismos respirar, por ejemplo anudándose ropa o una soga alrededor del cuello. Presumiblemente, la falta de oxígeno aumenta la intensidad del placer sexual, pero en tal práctica, muchos jóvenes han perdido la vida o se han provocado daño permanente.


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