• Escucha, oh Dios, mi oración… Tarde y mañana y a mediodía oraré y clamaré, y él oirá mi voz. El redimirá en paz mi alma de la guerra contra mí… – Salmo 55: 1, 17-18.
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«Hervé, mi marido, murió a los 36 años, el 19 de agosto del 2005. Era muy piadoso, leía la Biblia y el calendario La Buena Semilla. Hervé sufrió mucho, pues tuvo que luchar solo en la vida. No tenía padre, y su madre había muerto joven. Pero cuando tenía siete años Dios puso en su camino una familia de acogida en Suiza que lo recibía durante las vacaciones, y en donde era feliz. Más tarde Hervé comenzó a leer la Biblia, y lo hacía con intensidad. Siempre me decía: «Fue Dios quien me dio la fuerza para salir, pues hubiese podido acabar mal… Él me mostró mi camino».
Mi marido creía que Jesús había muerto y resucitado por él. Era humilde, no envidiaba a nadie y siempre decía: «Gracias a Dios». Yo, de confesión israelita, leo La Buena Semilla (gracias a mi marido) y la Tora, así como la Biblia de mi marido, pues la respeto.
Escribo esto para que los lectores comprendan que hay que creer, creer en Dios, pues allá arriba vela por nosotros, y la fuerza que da les ayudará. Por ejemplo, cuando perdí a mi marido, sufrí muchísimo. Leyendo la Biblia hallé un texto que muestra que uno no debe lamentarse y llorar por su triste situación (véase Lucas 8:50-55). Pues bien, eso me dio ánimo y comprendí que Dios me decía: –Nathalie, ¡lucha por tu hijo! Si ustedes tienen tristezas, les puedo decir que siempre hay una salida del túnel: ¡es Dios!». “El Señor estuvo a mi lado, y me dio fuerzas” (2ª Timoteo 4:17).
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