TIRANDO PIEDRAS…

En esto somos buenos. Las tiramos a diestra y siniestra. Y tenemos buen pulso para eso. Donde ponemos el ojo ponemos la piedra. Excepto, como David, para matar nuestros propios gigantes. Las piedras que usamos hoy no son las de la calle, son las palabras. La honda que usamos es la lengua. Y ni cuenta nos damos pero lo estamos haciendo…
He aprendido a ser cauteloso en eso de tirar piedras. La Palabra de Dios me advierte de las consecuencias pero, como soy humano como usted, la mayoría de las veces se me olvida y tomo mi honda, apunto y ¡listo!. Directo al blanco. El problema es que cuando me las tiran a mi entonces ya no me gusta. Soy totalmente ciego a las reciprocidades de la vida. Me gusta tirarlas pero que no me lo hagan… Como decimos en Guatemala «¡cómo no chon!». No hay trato. Ojo por ojo. Piedra por piedra. Eso fue lo que Jesús les dijo a aquellos compañeros que querían apedrear a la mujer. Ellos no se habían dado cuenta que no estaban capacitados para tirar esas piedras. Por una razón: No conocían los motivos por los cuales la mujer buscaba el abrazo, el amor y el cariño de un hombre. Jesús sí. Ya que Él sabía por qué aquella desdichada y avergonzada dama había sido sorprendida en su delito, les puso el reto de verse por dentro. Y cuando lo hicieron, empezaron a irse. Lo sorprendente de la huída es que los que primero se tuvieron que ir con la frente baja fueron los grandes. ¡Qué peligroso es sentirse grande! ¿verdad? Anoche prediqué algo sobre esto en mi congregación a quien amo profundamente. Sentirse grande es tomar la justicia en nuestras propias manos. Creemos que porque ya somos grandes en ministerio, en conocimiento, en doctorados, en congregación o en dinero, ya estamos listos para apedrear a los que están en proceso. Craso error. Jesús nos saca de ese error y nos dice que nos veamos por dentro. Porque dentro de todos nosotros sigue viviendo un niño. O niña. Berrinchudos, soberbios, ignorantes y malcriados. Solo porque no nos gusta lo que otros hacen estamos dispuestos a tirarles piedras. Y abrimos la boca, apuntamos al blanco y allá van las dolorosas piedras. Esos adultos en la historia bíblica fueron los avergonzados no la mujer. Porque nadie, excepto Jesús conocía los motivos por los que ella buscaba el amor en aquellos brazos. No era correcto, cierto. No era el hombre adecuado, cierto. No era el lugar, cierto. No era ético, cierto. Pero Jesús lo que vio fue una niña huérfana de besos. Huérfana de abrazos. Huérfana de amor. Lo que Él vio fue una niña abandonada, una niña deambulando por la vida buscando un lugar donde le dijeran palabras bonitas, palabras tiernas, palabras que le hicieran saber que era capaz de hacer vibrar a alguien, que era capaz de dar algo, que era capaz de ser tenida en cuenta… ¡que servía para «algo», pues!. Jesús no vio el lecho. No vio las sábanas cubriendo un pecado. No vio a una pícara, no vio a una mujer sucia… lo que vio fue una niña necesitada de calor. Por eso no le tiró la piedra. Al contrario, le dio el verdadero Amor. Le dio el Ungüento de su Palabra. La cubrió con la Sábana del perdón. Le acarició los ojos con una mirada de compasión…Porque comprendía sus motivos. Por eso y mucho más no tiró la piedra… Después de los grandes, se fueron los que no eran grandes… ¡Cuidado grandes! podemos poner en peligro a los que aún no lo son con nuestros malos ejemplos. Terminemos con ese círculo vicioso de leudar a nuestra juventud, a nuestros hijos, a nuestros descendientes. No seamos ingratos y no les enseñemos a tirar piedras a otros… porque llegará el momento en que esas piedras rebotarán. Y eso duele mucho. Jesús lo sabía, por eso no lo hizo…Pero usted y yo sabemos que aunque Él no lo hizo, le tiraron escupitajos, le pusieron espinas en su frente, laceraron su espalda con el látigo romano, clavaron sus manos y sus pies y lo dejaron colgado hasta desangrarlo totalmente… porque volvieron a lo mismo: No comprendieron Sus Motivos.
Una última reflexión: ¿No será que los que querían apedrear a la mujer era porque ella tuvo el valor de hacer lo que ellos no podían…y lo deseaban internamente…?

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