Todo lo que sabes de la Selección Natural está equivocado

16 octubre 2009 — Se designa como «un nuevo marco teórico», pero socava el concepto popular de la selección natural. Se dice que es «una obra densa y profunda acerca de los fundamentos de la biología evolutiva», pero critica como simplistas y caducas las ideas de Richard Dawkins, uno de los más vociferantes proponentes de la selección natural como «el mayor espectáculo sobre la tierra». Produce un nuevo esquema acerca de cómo funciona la selección natural, pero suscita más preguntas que las que responde. ¿De qué se trata? De un nuevo libro del filósofo de la Universidad de Harvard Peter Godfrey-Smith, Darwinian Populations and Natural Selection [Poblaciones darwinianas y selección natural] (Oxford, 2009), que consigue una reseña mayormente positiva de Jay Odenbaugh en Science.1

La selección en la naturaleza — la preservación de los más aptos, incluso como concepto discutido y discutible, no comporta el origen de los más aptos. El origen de los planes corporales y de toda la especificación de la complejidad biológica no puede deberse a un proceso que como mucho sería selectivo de lo ya existente. Antes de seleccionar se deben tener las estructuras que se seleccionan. Por otra parte, la variación de lo ya existente, dentro de los límites de sus estructuras y potenciales, no explica el origen de la prodigiosa complejidad y diversidad biológica. Todo en el mundo de lo viviente y de todo su entorno manifiesta ser producto de un designio creador, coordinador, planificador. Con un plan que comporta una relación del hombre con su Creador, y que, con la realidad de la caída del hombre y de la entrada de la muerte, la destrucción moral y física que es su consecuencia, lleva a la acción de Dios en juicio y salvación.

Odenbaugh pertenece al departamento de filosofía de Lewis and Clark College, Oregon. Preparémonos para echar por la borda los conceptos «clásicos» de aptitud, selección y éxito reproductivo. Ya podemos descargarnos de nuestras simplistas ideas de selección génica, de selección individual y de selección de grupos. Preparémonos a ver a Richard Dawkins degradado de su posición como portavoz destacado del moderno darwinismo. En su primer párrafo, Odenbaugh despeja el terreno para preparar la entrada de las ideas «frescas» de Godfrey-Smith:

Darwinian Populations and Natural Selection de Peter Godfrey-Smith es una obra densa y profunda acerca de los fundamentos de la biología evolutiva. Los biólogos evolutivos nos dicen que la evolución por selección natural ocurre cuando están presentes unos pocos ingredientes —específicamente, cuando hay variación con relación a un rasgo, estas variantes difieren en las cantidades de descendencia que producen, y esta variación es heredable hasta cierto grado. Desafortunadamente, como razona Godfrey-Smith, esta receta es demasiado simple, y versiones aun más complicadas como en enfoque replicador propuesto por Richard Dawkins adolecen de graves defectos. Esta «receta clásica», por ejemplo, pasa por alto el hecho de que en el caso de algunos organismos las cantidades de descendencia no necesariamente determinan el éxito reproductivo («aptitud»), mientras que los ritmos de crecimiento de la población, la estructura de las edades, o la variación en las cantidades esperadas de descendencia sí lo hacen. De modo parecido, la selección natural y los patrones hereditarios pueden «anularse» entre sí, sin dejar cambio evolutivo. El concepto de los replicadores de Dawkins —estas entidades que interaccionan con entidades parecidas y de las que se hacen copias— presupone que no puede haber reproducción sin replicación, lo que es falso cuando tenemos rasgos continuamente variantes evolucionando por selección natural. Así, nuestros modelos estándar para comprender lo que es la evolución por selección natural son sencillamente demasiado simples .

Si el lector ha sobrevivido a este devastador párrafo, se dará cuenta de que sería mejor que Godfrey-Smith sustituyese rápidamente todas estas simplistas nociones con algunas alternativas profundas y susceptibles de ensayo antes que los creacionistas se aprovechen de lo que acaba de admitir Odenbaugh. Desafortunadamente, Godfrey-Smith las sustituye con un esquema más etéreo que empírico. Él contempla tres parámetros, H (fiabilidad de la herencia), C (relación de los rasgos con la aptitud), y S (dependencia de las diferencias reproductivas de los rasgos intrínsecos). Luego los representa gráficamente en el «espacio de poblaciones». Odenbaugh intenta mostrar respeto a este esquema: «Luego Godfrey-Smith usa este marco espacial (junto con otros que tienen que ver con la reproducción) para comprender las controversias acerca de la naturaleza de la deriva genética aleatoria, de los niveles de selección, de las principales transiciones en evolución (como la aparición de organismos multicelulares), y la evolución cultural». Luego pone el reloj en marcha: «Consideremos qué luz arroja el marco de Godfrey-Smith sobre algunos de estos temas». Fijémonos en esto: se nos acaba de prometer luz acerca de la explosión cámbrica, acerca de las unidades de selección (genes, individuos, o grupos), y acerca de si la selección natural produjo la misma universidad (evolución cultural).

Odenbaugh profundiza en algunos ejemplos para ilustrar el nuevo marco (p. ej., un gemelo fulminado por un rayo no puede reproducirse, con independencia de si el otro gemelo es o no es menos apto). Explica la perspectiva de Godfrey-Smith de que la deriva neutral no es una «fuerza» o etiqueta para ocultar la ignorancia; «se trata más bien de dónde está uno en el espacio de las poblaciones darwinianas» (¿comprendido?) Por lo que hace a las unidades de selección, oímos más acerca de que Godfrey-Smith rechaza la selección de grupos que de ningún sustituto verosímil: «Por ejemplo, en casos en los que la selección ocurre en vecindarios, no hay grupos causalmente cohesivos sobre los que la selección pueda operar». Bien, entonces, ¿sobre qué opera la selección natural? Si Godfrey-Smith tiene una respuesta, Odenbaugh no nos la dice.

Veamos si el libro tiene una respuesta para la controversia sobre la procedencia de las grandes transformaciones e innovaciones (donde el caso clásico es la explosión cámbrica). «Con respecto a las transiciones evolutivas, observa él que a menudo la formación de nuevos individuos biológicos involucra el paso de poblaciones darwinianas marginales a paradigmáticas y las partes de dichas poblaciones (es decir, las entidades de nivel inferior) pasando de paradigmáticas a marginales —un proceso al que designa como “desdarwinización”.» El lector corriente podría tener que releer esta frase unas cuantas veces. ¿Está diciendo que los miembros de una población pasan, por alguna fuerza no explicada, a un nuevo paradigma? ¿Como de una esponja a un trilobite, o algo así? ¿Y que los otros pasan del paradigma a los márgenes? Es difícil ver como nada de este redactado explica el origen de la compleja información biológica para ojos, alas y planes corporales. ¿Y cuán apropiado es introducir un nuevo concepto como el de «desdarwinizar» precisamente ahora, cuando se está a punto de cumplir el 150 aniversario del libro de Darwin sobre selección natural, a la que E. O. Wilson califica como «la más grande idea que nadie haya tenido nunca»?

El siguiente párrafo involucra el debate acerca de las distinciones acerca de reproductores —si se pueden describir como colectivos, simples o «andamiajes» (esto es, partes de entidades reproductoras que se reproducen, como un gen en un mamífero que pare). Aquí es dónde Dawkins recibe otro manotazo:

Estas distinciones se emplean de manera habilidosa. Por ejemplo, y en contra de Richard Dawkins, muchos casos de selección génica lo son de reproducción en andamiaje de genes por células, y los modelos evolutivos representan en último término la selección de organismos por medio de sus propiedades genéticas. A menudo (aunque no siempre), cuando tratamos los genes como unidades evolutivas imbuimos la biología evolutiva con un marco «agencial» que involucra agentes, objetivos, estrategias y propósitos que pueden corromper los fundamentos de la biología evolutiva.

De modo que no debemos tener nada de esto. No se permite ninguna teleología. Los «genes egoístas» de Dawkins acaban de ser criticados como imbuidos del concepto de agencia o estrategia o propósito. Dawkins está corrompiendo los fundamentos de la biología evolutiva, según Odenbaugh y Godfrey-Smith. Sólo podemos imaginar su reacción ante tal acusación procedente de colegas evolucionistas.

Y ahora llega el último párrafo de la reseña bibliográfica. Será mejor que lleguen a tiempo para recoger el estropicio. Pues no; ahora el filósofo Odenbaugh se revuelve contra el filósofo Godfrey-Smith y le acusa de hipocresía y de ofuscación:

Darwinian Populations and Natural Selection también suscita dificultades. Godfrey-Smith y otros han mantenido que las nociones «funcionales» desempeñan una función en la biología evolutiva. Por ejemplo, sostienen que tiene sentido decir que el corazón en los seres humanos tiene la función de hacer circular la sangre. Sin embargo, dada la crítica que hace el autor contra el marco «agencial» y la teleología detrás del mismo, ¿es esta nueva obra compatible con lo antiguo? Además, aunque los marcos espaciales o los espacios de estados pueden ser sumamente útiles para comprender los procesos evolutivos, se puede preguntar si también enmascaran mucho que es importante. Su uso depende críticamente de qué dimensiones se incluyen (y de cuáles se omiten) y de si uno puede «evaluar» aquellas dimensiones de forma verosímil. A veces uno se pregunta si no se están omitiendo demasiadas cosas y uno siente preocupación porque las variables como la S no se pueden evaluar de ninguna manera objetiva.

Para no dejar mal sabor de boca, Odenbaugh encuentra algo para alabar: «Sin embargo, el libro de Godfrey-Smith nos fuerza de forma fructífera a pensar en nuevas formas acerca de la evolución y de la selección natural ».


1. Jay Odenbaugh,“Evolution: A Fresh Theoretical Framework,” Science , 16 October 2009: Vol. 326. no. 5951, pp. 368 – 369, DOI: 10.1126/science.1176940.

Los lectores acaban de contemplar el derrumbamiento del darwinismo y de la selección natural. Porque, ¿qué queda después de este cortés ejercicio de demolición. Todo lo que te han enseñado sobre selección natural estaba equivocado. ¿Queda algún concepto en el que puedas apoyarte y decir: «Esto es la selección natural en acción»? No: ahora tienes que preocuparte acerca de si el reproductor era simple, colectivo o en andamiaje. Ahora tienes que preocuparte acerca de si la selección actúa sobre el gen, el individuo, el grupo o la población. Ahora es necesario dibujar gráficas carentes de significado de parámetros arbitrarios que pudieran omitir conceptos clave, sin saber cómo evaluarlos objetivamente. Necesitas poder hablar desde ambos lados de la boca: por una parte demonizar la teleología, y por la otra usar «nociones funcionales». Y en medio de todo ello necesitas seguir encubriendo el Gran Encubrimiento. Tienes que esconder el elefante en la sala, la «emergencia» de la complejidad especificada (como los planes corporales enteramente novedosos en la explosión cámbrica) bajo mantas de retórica como «poblaciones darwinianas marginales que pasan a paradigmáticas».

Esta breve reseña bibliográfica, por sí misma, destruye el fundamento para la gran fiesta de Darwin del próximo mes: el 150 aniversario de El Origen de las Especies. Naturalmente, la fiesta se hará. Los discursos exaltarán al Gran Hombre y su Mayor Espectáculo del Mundo, olvidando que sólo es un producto de una fantasía que sólo puede observarse mediante dibujos animados —en los que también se puede ver a un elefante volar. Tocarán las campanas y los participantes en la fiesta se gozarán en la idea que los liberó de toda relación con Dios y que los vació de todo sentido y significado. Se gozarán en sus vagones de lujo, olvidando que el motor no funciona y que el tren se precipita cuesta abajo hacia un desierto sumido en las tinieblas de la noche, del vacío existencial y de la abolición del hombre. En su ánimo hostil de dar muerte a Dios, lo que hace el hombre es cometer suicidio: suicidio intelectual, suicidio espiritual, suicidio anímico —suicidio integral. Proponemos al lector que en lugar de la fiesta de Darwin, con su celebración del materialismo ateo, acuda a la celebración del amor de Dios.


Fuente: Creation·Evolution HeadlinesEverything You Know About Natural Selection Is Wrong 16/10/2009
Redacción: David Coppedge © 2009 Creation Safaris – www.creationsafaris.com
Traducción y adaptación: Santiago Escuain — © SEDIN 2009 – www.sedin.org


Publicado por Santiago Escuain para Boletín de SEDIN el 10/17/2009 12:01:00 PM


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