Un Estudio muestra que los Pobres confían más en Dios que los Ricos.

En un estudio realizado en Canada y Estados Unidos, los resultados de un estudio realizado por la Universidad de Toronto, Canada, muestran que la mayoría de los estadounidenses cree que Dios se ocupa de su bienestar y que está directamente implicado en sus asuntos personales. Según los investigadores, conocer el contenido de las creencias es importante desde un punto de vista sociológico.

Las conclusiones del estudio, en el que participaron más de 1.720 personas, revelan también que hay una relación entre la fe en la intervención divina en lo cotidiano y el estatus socioeconómico de la gente: los pobres suelen creer más que los ricos en que Dios les ayuda y protege.

Según un comunicado emitido por la Universidad de Toronto aclara que en ese estudio se utilizaron datos de dos encuestas nacionales recientes para analizar las diferencias en las creencias sobre Dios y la influencia de éste en la vida cotidiana.

Se trata de las encuestas The Baylor Religion Survey (BRS) de 2005, a la que respondieron un total de 1.721 personas, y la Bureau of the Census Current Population Survey de 2007, a partir de la que el autor del estudio, el psicólogo de la Universidad de Toronto, Scott Schieman, tomó información sobre el sexo, la raza, la región, la edad y la educación de los encuestados.

Schieman explica en un artículo publicado por la revista especializada Sociology of Religion que las diferencias en la forma de entender la influencia de Dios en la vida diaria fueron consideradas en todos los niveles socioeconómicos y de compromiso de fe, dentro de la muestra de población analizada.

El análisis de todos los datos permitió establecer los patrones de relación entre la fe y ciertas características determinadas, como la educación o el nivel de ingresos de estos individuos.

Así, el estudio muestra que el 82% de las personas encuestadas afirmó depender de Dios como medio de ayuda y guía para tomar decisiones; mientras que el 71% de los encuestados dijo creer que las cosas malas o buenas que les habían ocurrido eran, simplemente, parte de los planes que Dios tenía para ellos; y el 61% afirmó creer que Dios había determinado la dirección y el curso de sus vidas.

Al mismo tiempo, el 32% de las respuestas coinciden en la siguiente afirmación: “no tiene sentido hacer muchos planes porque, en última instancia, mi destino está en manos de Dios”.

Al analizar la influencia de la fe en relación a las clases sociales, Schieman determina que las personas que están más implicadas en sus religiones respectivas, es decir quienes afirman tener un compromiso de fe, encuentran en la fe el motor del día a día.

Según el investigador, aunque se suele pensar que las personas que pertenecen a clases sociales más altas tienden más a rechazar la idea de intervención divina en sus vidas, los datos demuestran que esto es cierto sólo en el caso de aquellas personas que no siguen una vida de fe.

La gente de fe que sí participa de los rituales y de las costumbres de su propia fe presenta el mismo nivel de fe en la intervención cotidiana de Dios, independientemente de la clase social a la que pertenezcan.

En el otro extremo, los individuos que pertenecen a clases sociales bajas suelen manifestar niveles más altos de creencia en la implicación y control divinos en sus vidas, incluso cuando estos individuos presentan bajos niveles de participación en los actos de fe.

De hecho, los grupos con bajos niveles económicos tienden a mantener creencias más ortodoxas que los individuos de alto nivel socioeconómico.

Por otra parte, cabe recordar que este no es el primer estudio que Schieman realiza sobre la fe y ciertas condiciones humanas. En una investigación anterior, el psicólogo estableció una relación entre el nivel de compromiso con la fe –como la oración o la asistencia a servicios- con el sentido de control personal sobre hechos que acontecen en la vida cotidiana.

En aquella ocasión, la encuesta se realizó a 1.800 personas y reveló que las personas que creían en Dios pero que no eran muy consagrados informaban de un sentimiento bajo de control personal sobre sus vidas.

Por el contrario, aquellos individuos que creían que Dios influía en sus vidas cotidianas, y que estaban comprometidos con su fe, se sentían más capaces de ejercer control sobre sus propias vidas.

Para Schieman, estos resultados resultan especialmente importantes dada la situación económica actual, en que mucha gente está perdiendo su trabajo o sufriendo problemas económicos. Según él, algunas personas se sienten incapaces de cambiar ciertos hechos de su vida, mientras que otras personas encuentran apoyo en sus creencias.


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