Un libro complejo

«Llamó Jehová a Moisés, y habló con él desde el tabernáculo de reunión, diciendo: Habla a los hijos de Israel y diles…» Levítico 1:1-2a

El libro de levítico es un libro extenso y pesado, lleno de mandamientos y leyes que Dios le dio a su pueblo, no pretendo estudiar cada capitulo del libro de levítico, pero si me gustaria compartir con el lector algunas de las enseñanzas generales que obtengo de este libro.

¿Cómo puede un pueblo pecador adorar y servir a un Dios santo? Esta es la pregunta que confronta el libro de Levítico, y la respuesta parece descifrarse a través de cada una de las leyes, reglas y mandamientos que aparecen en el libro: un pueblo pecador sólo puede adorar y servir a Dios viviendo en santidad.

Santidad: ¡que palabra tan despreciada por los incrédulos y que palabra tan amada por aquellos que quieren servir a Dios con todo su corazon! Santidad es apartarse para Dios, santidad es dedicarle a Dios nuestra vida, santidad es no hacer las cosas que desagradan a Dios aun si todos alrededor lo hacen, santidad es romper esquemas, santidad es ser diferentes, santidad es tener identidad.

Pero hay algo que me enseña levítico: ES IMPOSIBLE CUMPLIR TODA LA LEY DE DIOS

Así que cuando leo levítico me doy cuenta de lo pecador que soy, me doy cuenta de que no hay manera de que viva una vida de completa y perfecta santidad, el pecado está ahí, al acecho, y no desde afuera, no: ¡el pecado surge de mi propio corazón!

Y es por eso que cada vez que veo el número de leyes, reglas y mandamientos que el pueblo hebreo tenía que cumplir para servir a Dios, doy gracias por mi señor Jesucristo quien vino a pagar por mis pecados con su vida misma.

Levítico señala mi pecado… y yo a mi pecado le puedo señalar la cruz: ¡GLORIA A DIOS POR ESO!


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