Un Manifiesto Profético – Parte 3

Nuestra Esperanza

Por Dr. David R. Reagan


¿Hay
alguna esperanza para los Estados Unidos? ¡No! Nuestra única esperanza es Jesús
y por eso no tenemos ninguna esperanza, porque lo hemos rechazado. Hemos vuelto
nuestra espalda al mismo Dios que nos hizo grandes y nos colmó de bendiciones.
Hemos olvidado que la Palabra de Dios enseña que “a todo aquel a quien se haya
dado mucho, mucho se le demandará” (Lucas 12:47-48).
Hemos
establecido obstinadamente nuestro rumbo. Hemos determinado vivir como nos
agrada y no como Dios ha dictado. Hemos programado un rumbo de auto-destrucción
y Dios va a permitir que lo hagamos a nuestra manera.
La Falta
de Esperanza Nacional
Muchos
cristianos profesantes se han engañado a sí mismos al creer que hay esperanza
para nuestra nación si tan sólo podemos elegir al Presidente correcto o al
partido político correcto para controlar al Congreso. Si ése es su punto de
vista, entonces usted se ha preparado para una segura desilusión.
Yo no soy ni Republicano ni Demócrata. Soy
un Monarquista, debido a que he dedicado mi vida a hacer todo lo que pueda para
ayudar a preparar el camino para la venida del Rey de reyes y Señor de señores,
quien reinará en gloria y majestad desde Jerusalén y quien traerá paz, rectitud
y justicia a esta tierra.
Permítanme repetir mi punto fundamental a
enfatizar: Nuestra única esperanza es Jesús y, dado que le hemos vuelto nuestra
espalda, no tenemos ninguna esperanza como nación.
La Abundancia de Esperanza Individual
Pero sí hay esperanza individual para
aquellos de nosotros que conocemos a Jesús como nuestro Señor y Salvador. Él ha
prometido caminar con nosotros a través del fuego y el agua, consolándonos en
nuestros sufrimientos y proveyendo para nuestras necesidades.
Él nunca nos olvidará (Isaías 43:1-3-;
Salmo 37:25-26).
También tenemos la increíble esperanza del
Arrebatamiento de la Iglesia, cuando los creyentes verdaderos serán sacados de
este mundo en un parpadeo para estar con Jesús para siempre (1 Tesalonicenses
4:13-18).
Y también hay esperanza para aquellos que
serán dejados atrás para enfrentar el terror del derramamiento de la ira de
Dios, ya que aun cuando Dios derrama Su ira, Su propósito principal no es
castigar, sino llevar a las personas al fin de sí mismas para que se arrepientan
y sean salvas (Isaías 26:9).
Eso es gracia. Regocijémonos que nuestro
Dios es un Dios de gracia (1 Pedro 5:10). De lo contrario, no habría ninguna
esperanza para ninguno de nosotros.

Comentarios

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Este sitio usa Akismet para reducir el spam. Aprende cómo se procesan los datos de tus comentarios.