Un pequeño comentario de Gálatas 5:16

«Digo, pues: Andad en el Espíritu, y no satisfagáis los deseos de la carne.» Gálatas 5:16

Este es un texto muy conocido y citado continuamente. Pero al leerlo ligeramente, por ser «harto conocido», podemos pasar por alto algunas cositas que pueden bendecir nuestra vida y que son muy valiosas e importantes.
Podríamos hacernos algunas preguntas que nos lleven a profundizar nuestra lectura. Por ejemplo: puesto que no podemos santificarnos a nosotros mismos, decimos que la santificación es una obra de la gracia de Dios a favor nuestro. Dios nos declara santos, pero también nos va purificando continuamente mediante su Espíritu y sus medios de gracia, como por ejemplo su Palabra. Nuestra santificación es tanto posicional como  progresiva. Entonces, si es una obra de Dios ¿qué papel jugamos nosotros? ¿Por qué este texto nos ordena a andar en el Espíritu? ¿Es que acaso Dios espera algo de nuestra parte? El texto es claro, y en esta breve entrada no pretendo ser exhaustivo, sino compartirte algunas verdades generales de este pasaje bíblico.

Dependiendo del contexto, la palabra «carne» en la Biblia puede significar muchas cosas. En algunos lugares hace referencia al cuerpo humano, otras veces se refiere al esfuerzo humano y en otros casos como en este texto, habla de los deseos pecaminosos.
La Biblia nos insta continuamente a dar muerte a tales deseos. En 1 Pedro 2:11 nos dice:


 «Amados, yo os ruego como a extranjeros y peregrinos, que os abstengáis de los deseos carnales que batallan contra el alma» 


El resultado de una acción

Lo primero que debemos notar es que no es posible la victoria en nuestras propias fuerzas. Esto de ninguna manera significa que debamos permanecer pasivos esperando que Dios haga la obra, sino todo lo contrario, debemos anhelar y buscar la santidad.  Es nuestra responsabilidad obedecer este mandamiento  que nos ordena a andar en el Espíritu.
Sin embargo, debemos notar que en la traducción que hace la versión Reina Valera presenta dos imperativos: uno positivo, andar en el espíritu; y uno negativo: no satisfacer los deseos de la carne. Sin embargo, en el griego esta cláusula negativa no es un mandamiento como es traducido en esta versión, sino un resultado o consecuencia. Por eso, una traducción más acertada sería «anden en el Espíritu y de esta manera no van a satisfacer los deseos pecaminosos». 

Observa como lo traducen otras versiones:

«Por eso les digo: caminen según el espíritu y así no realizarán los deseos de la carne.»  Biblia Latinoamericana 1995

«Por eso les digo: Obedezcan al Espíritu de Dios y así no desearán hacer lo malo.» Biblia Lenguaje Sencillo


«Digo, pues: Andad por el Espíritu, y no cumpliréis el deseo de la carne.» Biblia de las Americas 


«Digo, pues: anden por el Espíritu, y no cumplirán el deseo de la carne.» Nueva Biblia de los Hispanos 

«Por eso les digo: dejen que el Espíritu Santo los guíe en la vida. Entonces no se dejarán llevar por los impulsos de la naturaleza pecaminosa.» Nueva Traducción Viviente
«Así que les digo:  Vivan por el Espíritu,  y no seguirán los deseos de la naturaleza pecaminosa.» Nueva Versión Internacional
«Digo pues, anden conforme al espíritu para que nunca hagan los deseos de la carne» Biblia Peshita

Concluímos que, si andamos en el Espíritu no vamos a satisfacer los deseos carnales. ¿Por qué es esto así? Eso lo explica claramente el v. 17:

«Porque el deseo de la carne es contra el Espíritu, y el del Espíritu es contra la carne; y éstos se oponen entre sí, para que no hagáis lo que quisiereis.»


El Espíritu y la carne son contrarios, opuestos e irreconciliables.
Si yo «alimento» al Espíritu voy a «desnutrir» a los deseos pecaminosos. Si, por el contrario me dejo llevar por los malos deseos, el Espíritu disminuirá su influencia en mi vida.
Esto me hizo acordar a la historia de un hombre que se había hecho rico gracias a sus dos perros. Uno de esos perros era blanco y el otro negro.
Este señor viajaba de pueblo en pueblo organizando carreras entre estos dos publicitándola durante una semana. En cada ciudad a donde llegaba se corría la voz de cuál de los dos perros había ganado en el pueblo anterior.  Si el perro blanco había ganado por una gran diferencia, todos apostaban por el blanco. Pero, gran sorpresa se daban cuando quien ganaba ahora cómodamente la carrera era el perro negro.
Este señor, viajaba con sus dos perros a la siguiente ciudad para organizar una nueva carrera, y como se corría la voz de que quien había vencido anteriormente era el perro negro, todo el pueblo apostaba su dinero a él. Pero esta vez quien ganaba era el perro blanco.
De modo que quien se quedaba con todo el dinero de las apuestas era el dueño de los perros y de esta manera acrecentaba día a día su fortuna.
Entre muchas sospechas estaba la que suponía que tal vez hubiera adiestrado a estos animales, pero cierto es que todo el mundo se preguntaba cómo lo hacía.
Un día, alguien se acercó a este hombre para preguntarle cuál era su secreto.
-¿Cómo hace usted que un día gane uno y otro día el otro de acuerdo a su conveniencia?
El hombre respondió: -«muy simple, cuando quiero que gane el blanco le doy de comer toda la semana y no alimento al perro negro. Pero si quiero que gane el negro lo alimento toda la semana y no lo hago con el blanco…»

De esta misma manera funciona este principio bíblico. Cuanto más alimentemos nuestra vida espiritual más alejados estaremos del pecado. Pero, lastimosamente también es verdad lo contrario.
La santidad práctica es el resultado de una acción: «andar en el Espíritu»

La acción humana


Este texto claramente deja ver que aún después de la conversión, «la carne» aún permanece en la vida del creyente. Esta verdad debiera mantenernos en humildad y totalmente dependientes del Espíritu. La acción que se nos manda es, como ya hemos dicho, a andar en el Espíritu. Pero, ¿Qué significa esto?
Significa manifestar una entrega continua a Él.
El verbo en griego está en presente, por lo que significa: «anden continuamente en el Espíritu» o » continúen siendo gobernados por el Espíritu Santo». Es un estilo de vida que es habitual.
Los gálatas pretendían «santidad» mediante las obras de la Ley, a lo que Pablo responde que no es por los esfuerzos humanos sino por el obrar del Espíritu:

«Anden continuamente en el Espíritu y así no van a satisfacer los deseos pecaminosos»


Significa también permanecer en comunión con Él, obedecer y tomar decisiones a la luz de la Palabra inspirada.
Si consideramos los v. 19-24 en donde se describen las obras de la carne y el fruto del Espíritu veremos qué debemos  resistir y mortificar y qué debemos desear y cultivar…

La acción divina

El Espíritu Santo da poder para vivir en santidad

«…para que la justicia de la ley se cumpliese en nosotros, que no andamos conforme a la carne, sino conforme al Espíritu. 

«Porque los que son de la carne piensan en las cosas de la carne; pero los que son del Espíritu, en las cosas del Espíritu.
Porque el ocuparse de la carne es muerte, pero el ocuparse del Espíritu es vida y paz. 
 Por cuanto los designios de la carne son enemistad contra Dios; porque no se sujetan a la ley de Dios, ni tampoco pueden; y los que viven según la carne no pueden agradar a Dios. 
Mas vosotros no vivís según la carne, sino según el Espíritu, si es que el Espíritu de Dios mora en vosotros. Y si alguno no tiene el Espíritu de Cristo, no es de él. 
Pero si Cristo está en vosotros, el cuerpo en verdad está muerto a causa del pecado, mas el espíritu vive a causa de la justicia.»   Romanos 8:4-10

En este pasaje  vemos además que la acción del Espíritu en la vida del creyente restringe la obra del pecado: «anden en el Espíritu y así no van a satisfacer los deseos pecaminosos»
La santificación es una obra que viene de Dios, pero aún así somos responsables en buscarla, desearla y practicarla.















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