En realidad, el hombre es como una vasija de barro que perdió su contenido y con él
lo que daba sentido a su vida.
¡Este es el trágico resumen de la historia de la humanidad!
Una vasija es fabricada para echar algo en ella y ser útil a quien la posee.
Asimismo, el hombre no es el resultado del azar, sino que fue creado para contener algo maravilloso.
La Biblia declara que Dios creó al ser humano, como un alfarero forma un recipiente, a fin de
colmarlo con su vida. Sin embargo, para recibir la vida divina, primeramente es necesario que
el hombre reconozca el miserable estado en el cual cayó y deje al Espíritu de Dios
obrar en él mediante la Palabra de Dios. El desea hacernos partícipes de su naturaleza
a través del nuevo nacimiento, el cual es espiritual.
¡QUE MARAVILLOSO MENSAJE!
Dios movido por un poder de amor y de vida quiere, mediante su Espíritu, llenar con su propia
vida ese vaso que es nuestro corazón (léase Romanos 5:5).
Humildemente podemos reconocer que nuestra orgullosa actitud es un absurdo y que la
esperanza de colmar ese vacío por nosotros mismos es una ilusión. Una vida separada de la
auténtica relación con nuestro Creador es una vida desprovista de significado.
Dejemos de correr tras vanidades y de rebelarnos consciente o inconscientemente contra
nuestro Alfarero; acudamos a él para que nos llene y,
entonces,
nuestra vida será digna de ser vivida.
La Buena Semilla 2000
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